Protestas de la generación Z en México

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Protestas de la generación Z en México
Parte de Protestas de la Generación Z
Un hombre sosteniendo la Bandera de México.
Fecha	2 de noviembre de 2025 - presente.
Lugar	México México
Causas	Inseguridad Corrupción política Asesinato de Carlos Manzo Descontento hacia el gobierno de Claudia Sheinbaum (Morena) Narcotráfico
Resultado	En desarrollo
Estado	En desarrollo
Consecuencias	Pendientes
Partes enfrentadas
Manifestantes Gobierno de México Guardia Nacional Secretaría de Gobernación Gobierno de la Ciudad de México Policía de la Ciudad de México Gobierno del Estado de Michoacán Secretaría de Seguridad Pública de Michoacán Contramanifestantes
Figuras líderes
Claudia Sheinbaum
Saldo
Varios heridos 48+ detenidos 100+ heridos
Mas de 3 periodistas heridos
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Las protestas de la generación Z de México son manifestaciones antigubernamentales acaecidas en México e iniciadas en noviembre de 2025 tras el asesinato del presidente municipal de Uruapan, Carlos Manzo. Estos sucesos han tenido repercusión internacional por estar protagonizados por personas menores de 30 años. ^[1]​^[2]​

Los manifestantes muestran mayoritariamente muestran su descontento con el gobierno de Claudia Sheinbaum, en especial de la reacción del poder político durante la guerra contra el narcotráfico en el país, resaltando principalmente una presunta «negligencia» por parte de este.^[3]​ La marcha fue promovida por movimientos opositores al partido oficialista Morena y al susodicho gobierno.^[4]​ Aunque varios de los convocantes originales se deslindaron de cualquier movimiento político.^[5]​

México ha enfrentado un agravamiento de la violencia e inseguridad desde el inicio de la guerra contra el narcotráfico en 2006, lo que ha afectado la vida cotidiana de la población y en especial de la juventud.

Esta escalada se ha manifestado en regiones como Michoacán, donde el crimen organizado ha extendido su control sobre el sector agrícola mediante extorsiones sistemáticas y ejecuciones selectivas. A finales de octubre de 2025, el asesinato de Bernardo Bravo Manríquez, presidente de la Asociación de Citricultores del Valle de Apatzingán y líder en la lucha contra el "cobro de piso" a productores de limón, ejemplificó esta crisis. Bravo fue ejecutado el 19 de octubre tras denunciar públicamente las cuotas impuestas por grupos como Los Viagras y el Cártel Jalisco Nueva Generación, que demandan pagos por cosecha, transporte y venta, dejando a los agricultores en una situación de terror constante. Este crimen se sumó a una serie de al menos cuatro homicidios similares contra productores en los últimos meses, incluyendo a José Luis Aguiñaga en septiembre de 2024 y Ramón Paz Salinas en enero de 2025, quienes también perecieron por resistirse a las amenazas. Estos ataques no solo devastan el campo michoacano —responsable de gran parte de la producción nacional de limón— sino que subrayan la impunidad y la infiltración criminal en la economía rural, agravando el descontento social que alimenta movimientos juveniles.

En publicaciones difundidas en redes sociales a finales de octubre de 2025, el colectivo Generación Z México se describió como un movimiento “cívico, realista y apartidista, nacido del hartazgo colectivo de la juventud mexicana”. Entre sus principales demandas figuran el mejoramiento de la seguridad pública, el fin de la impunidad y mayor transparencia en el uso de recursos públicos, así como más oportunidades laborales para los jóvenes y espacios de participación política libres de manipulación.^[6]​ En su manifiesto inicial difundido en plataformas como Instagram y X, los organizadores enfatizaron que no tienen vínculos con partido político alguno ni ideologías tradicionales; afirmando por medio de un video oficial, su eslogan: “No somos de izquierda ni de derecha, somos la generación que se cansó de agachar la cabeza”.^[7]​

El movimiento vinculó su convocatoria con la iniciativa "Salvemos la Democracia", orientada a recolectar firmas para impulsar una reforma electoral que fortalezca las instituciones democráticas del país. Entre las propuestas específicas de su agenda política se incluyeron garantizar la autonomía del INE y del Tribunal Electoral, promover una competencia política equitativa (eliminando prácticas como el chapulineo político y la sobrerrepresentación legislativa) y erradicar la interferencia del crimen organizado en los procesos electorales.^[8]​

Uno de los principales factores que desataron las protestas fue el asesinato del politico Carlos Manzo, el cual ocurrió la noche del 1 de noviembre de 2025 en la Plaza Morelos de Uruapan, durante el Festival de las Velas. El alcalde se encontraba tomándose fotografías con un grupo de niños cuando un individuo le disparó en ocho ocasiones, impactándolo en el abdomen y el brazo.^[1]​ En el funeral de Manzo en Uruapan, el 2 de noviembre, el gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, fue recibido con indignación por una multitud de cientos de habitantes. La gente lo tildó de asesino y exigió justicia por el asesinato del alcalde. Su equipo de seguridad le recomendó retirarse tras menos de cinco minutos en la funeraria.^[9]​

Las primeras convocatorias atribuidas al colectivo Generación Z anunciaron una “mega marcha” nacional para el 15 de noviembre de 2025 en la Ciudad de México, con una ruta del Ángel de la Independencia al Zócalo capitalino y bajo consignas que exigían «transparencia, mayor democracia y el fin de la corrupción e impunidad». Posteriormente la marcha tuvo una convocatoria para todas las ciudades principales de México y algunos lugares fuera de la nación con un gran número de migrantes mexicanos.^[10]​ Las protestas toman inspiración en un modelo implementado a nivel mundial por parte de colectivos juveniles, especialmente basado en los hechos ocurridos en Nepal.

Se organizó una marcha en Morelia. Posteriormente, un contingente de cientos de personas irrumpió en el Palacio de Gobierno estatal con bombas molotov, palos y piedras, forzaron la entrada principal del edificio y accedieron a las oficinas gubernamentales. Prendieron fuego a algunos muebles, arrojaron otros a la calle y pintaron consignas en las paredes interiores y exteriores. La policía lanzó gases lacrimógenos dentro del complejo para dispersar a los manifestantes, y el edificio quedó bajo custodia policial; ocho personas fueron detenidas tras los hechos.^[11]​^[12]​

Una segunda marcha en Morelia, convocada por estudiantes, se llevó a cabo durante la cual un alumno de Derecho resultó lesionado en un ojo por el impacto de una bala de goma.^[13]​ Después de ello, se registraron nuevas movilizaciones en los municipios michoacanos de Pátzcuaro, Zitácuaro y Apatzingán, donde continuaron las protestas para condenar el asesinato de Bernardo Bravo, ocurrido dos semanas antes.^[1]​^[14]​

En Apatzingán, algunos manifestantes ingresaron por la fuerza al palacio municipal y quemaron parte del mobiliario. Grecia Quiroz hizo un llamado a la ciudadanía a evitar actos de violencia durante las protestas, señalando que ese no habría sido el deseo de su esposo.^[15]​

Al menos 60 mil personas realizaron una marcha de forma pacífica en la ciudad de Uruapan, en donde también hubo paro general de actividades.^[16]​

Algunos grupos juveniles escindidos del original convocaron a una protesta en la Ciudad de México para el 8 de noviembre.^[17]​ Se estimó la presencia de 350 personas en la movilización de ese día que abarcó desde el Angel de la Independencia hasta la Miguel Hidalgo, donde aparte de pedir por México, pedían «libertad para Gaza». El colectivo LGBTIBIKERS realizo una rodada ese mismo día.^[18]​^[19]​

Colectivos juveniles y feministas realizaron protestas a las afueras del Poder Judicial de la Ciudad de México, donde posteriormente ocurrió un incidente con un petardo que terminó dañando la entrada principal del local.^[20]​

Una cantidad considerada de personas se congregó para protestar por la inseguridad que se presenta a nivel nacional en las principales ciudades mexicanas como se habría acordado anteriormente.^[21]​ El periódico La Jornada informó sobre la presencia de 4 mil personas en protestas en Nuevo León y Michoacán; 5 mil en Aguascalientes; más de mil en Chihuahua, en Chiapas y en Oaxaca respectivamente; mientras que en el resto de estados (sin contar a la capital y el estado de México) una afluencia menor inferior a las mil personas.^[22]​ Tres estaciones del Metro de la Ciudad de México fueron cerradas a causa de las movilizaciones.^[23]​

En el Zócalo de la CDMX, los participantes de la protesta tumbaron una barrera anteriormente instalada frente al Palacio Nacional;^[24]​ posteriormente se registraron violentos enfrentamientos con la efectivos de seguridad que dejaron múltiples manifestantes heridos, entre ellos, una menor que fue gaseada.^[25]​ La SSPC estimó inicialmente que al menos 100 policías fueron lesionados durante la marcha de la Generación Z a nivel nacional y 40 manifestantes fueron detenidos en disturbios.^[26]​ Hubo congestión vehicular en la capital mexicana a causa de bloqueos.^[27]​ En Morelia, Michoacán, tres periodistas fueron agredidos por las antimotines estatales.^[28]​

La presidenta Claudia Sheinbaum puso en duda la autenticidad de la marcha convocada para el 15 de noviembre, afirmando que se trataba de «un esfuerzo orquestado con fines políticos».^[29]​ Sheinbaum también acusó al empresario Ricardo Salinas Pliego de «politizar la violencia y evadir impuestos», vinculando sus declaraciones con los mensajes de protesta tras el asesinato de Manzo.^[30]​

El Palacio Nacional fue blindado con un muro de contención negro previo a las manifestaciones del 15N,^[31]​ mismo que fue pintado por artistas urbanos opositores antigubernamentales con un mensaje que decía «Narcoestado».^[32]​ Mientras que manifestantes de la CNTE trataron de derribar esta valla.^[33]​