El Mapa de los delitos en Catalunya castiga Ciutat Vella

Sus singularidades como distrito céntrico que acoge cada año más de 30 millones de turistas disparan la tasa de delitos por habitante

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Más de 30 millones de personas visitan cada año la ciudad de Barcelona. Ciutat Vella

Roser Vilallonga

Ciutat Vella come a parte en todas las estadísticas, también las policiales. El centro histórico de Barcelona presenta la tasa más alta de delincuencia de toda Catalunya: 40 delitos por cada 100 habitantes durante 2016, según el análisis extraído de los datos de Mossos d’Esquadra.

Una cifra, que condicionada directamente por las miles de personas que cada día transitan pero no residen en ese distrito, queda muy lejos del resto de áreas policiales de Catalunya, donde los delitos registrados oscilan entre uno y diez por cada cien habitantes. Durante 2016, el Área básica policial de este distrito computó un total de 40.822 delitos, el 93% de los cuales eran hurtos y robos en la vía pública.

Datos que La Vanguardia ha procesado e ilustrado en este mapa interactivo exclusivo, elaborado a partir de la información en bruto publicada por Mossos d’Esquadra. A consecuencia de la entrada en vigor de la Ley de Transparencia Catalana, el cuerpo policial cuelga de forma proactiva en su página web el conjunto de delitos cometidos en territorio catalán. Los datos que ofrece la administración catalana, sin embargo, se distribuyen por región policial, sin ponderar por población, lo que desdibuja el mapa catalán de denuncias por la gran densidad del área metropolitana.

El 87% de los hechos delictivos que se registraron en la base de datos de la Generalitat durante 2016 correspondían a delitos contra el patrimonio y el orden socioeconómico, es decir, corrupción, fraude, robo, ocupación de inmuebles y estafas, entre otros.

La excepcionalidad de Ciutat Vella

Las singularidades de Ciutat Vella, no obstante, también son determinantes. “No es cierto que 40 de cada 100 vecinos de Ciutat Vella estén victimizados” explican fuentes del área de Seguridad del Ayuntamiento de Barcelona. “Si tenemos en cuenta la población fluctuante, la tasa se convierte en una de las más bajas de toda Catalunya”.

El distrito neurálgico de la ciudad pierde empadronados año tras año por el auge de los usos no residenciales como hoteles, oficinas, apartamentos turísticos y equipamientos públicos. En los últimos diez años el distrito ha perdido 13.000 vecinos y su población se ha quedado estancada en 100.000. El padrón no había sido tan bajo en esta zona desde antes de 2003.

Como epicentro turístico de la ciudad, es la capital de los robos y delitos sin violencia, que son de más difícil persecución cuando se cometen contra turistas. “Con la playa, el turismo y el exceso de gente, Ciutat Vella es un caramelo para los hurtos”, explican fuentes vecinales.

Más de 30 millones de personas visitan anualmente la ciudad de Barcelona, y la gran mayoría se reparten entre el distrito de Ciutat Vella y el Eixample. Esto acentúa, también, la tasa de delitos del Eixample, la segunda más alta de la ciudad y de toda Catalunya con una ratio de 15 delitos por cada cien habitantes durante el pasado 2016.

Más allá de la afluencia de extranjeros, el entramado de calles y plazas de Ciutat Vella acoge cada día a miles de personas que acuden para ir de compras, hacer trámites con las instituciones, visitar alguno de sus centros culturales, salir de fiesta o participar de una manifestación. Según el último recuento del ayuntamiento, solo por la Rambla transitan cada día más de 273.000 personas.

Con esta afluencia de personas lo que es de “extrañar es que la tasa de hurtos no sea todavía más alta”, explican desde el Ayuntamiento. Insisten en que las actuaciones conjuntas de Mossos d’Esquadra y Guardia Urbana para controlar la cantidad de robos y poder atender a los afectados es clave para evitar que el numero de robos incremente.

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A finales de los ochenta, con Ciutat Vella sumida en una profunda crisis económica y social y en pleno proceso de degradación y abandono, se creó la empresa mixta Procivesa para abordar la ambiciosa renovación urbanística del barrio, con expropiaciones y derribos incluidos. Casi cuarenta años después, Procivesa ha vuelto a ponerse sobre la mesa. La Summit de Barcelona Oberta reivindicó ayer esta empresa mixta por lo que implica: una manera pública de gestionar que cuenta con la iniciativa privada y un plan integral de transformación que mira más allá de los tempos electorales.

“Ciutat Vella es el centro histórico, la zona cero de la ciudad, hay que garantizar que sea un espacio habitable y dinámico; no podemos permitir que esté como está y hay que actuar en dos frentes, en la ordenación del distrito para abordar temas como la limpieza, la seguridad o porqué marchan los vecinos; y en la promoción, haciendo campañas para que los barceloneses vuelvan a bajar”, dijo a modo de introducción y síntesis, el presidente de Barcelona Oberta, Gabriel Jené. La creación de una nueva Procivesa con actores públicos y privados como herramienta para impulsar la reconstrucción y revitalización integral de Ciutat Vella forma parte del decálogo que presentaron los comerciantes para recuperar “la dignidad y la esperanza” en el corazón de Barcelona.

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“En los años ochenta los problemas eran mucho mayores... Hubo un proyecto urbanístico muy ambicioso que se prolongó más allá de los noventa, pero hacia 2007 se entendió que ya no hacía falta una presión extra y se igualó la acción a la de otros distritos, y aquí estamos... Ciutat Vella se nos ha desencajado, ha muerto de éxito, tenemos que volver a buscar equilibrios; aquel era un momento en que había un clima de acuerdo entre administraciones, vecinos y comerciantes... y nos llegaron muchos recursos de la UE que nos permitieron abrir la Rambla del Raval, la avenida Francesc Cambó...”, explicó Martí Abella, ahora jubilado y entonces miembro del equipo de creación de Promoción Ciutat Vella (1987-1988).

¿Funcionó porque hubo inversión? “Estrictamente no es un tema de inversión, sino de modelo –responde Abella–, ahora estamos en una situación más complicada, morimos de éxito también con el turismo... nosotros hicimos una subasta para abrir un hotel en el Raval y solo se presentó una empresa”. Abella comparte la mesa redonda con Maria Segarra, CEO de Intuerí Consulting, pieza clave en el cambio de estrategia comercial de Andorra: “La transformación del espacio urbano es lenta y no sigue el ritmo de la transformación económica; falta agilidad y rapidez en la toma de decisiones; en Barcelona se hacen cosas buenas, pero a corto plazo y localizadas; un instrumento de gestión debe tener estabilidad, tiene que estar por encima de los cambios de gobierno”.

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El vicedirector de La Vanguardia , Enric Sierra, que moderó la mesa pidió más recetas: “Una regulación basada en la confianza, una aproximación mucho más detallada”, apunta Pablo Molina, socio de J&A Garrigues. “Si no se cree en el sector privado para revitalizar la ciudad, no se podrá hacer; Ciutat Vella es un centro comercial a cielo abierto, tenemos que atraer a la gente, ¿por qué no baja? porque en movilidad todo son impedimentos... ¿Alguien quiere hacer algo en Ciutat Vella? Todo es prohibición, tenemos Can Jorba (hasta el año pasado El Corte Inglés de Portal de l’Àngel) vacío, las galerías Maldà y tantos otros edificios... Y si se muere Ciutat Vella, detrás va Barcelona; hay que tener un plan ilusionante para mover esto y ahora no hay ninguno”, lamenta Javier Cottet. La sala responde con aplausos.

Xavi Serra, CEO de Eclipse Partners pone el acento en la mejora de la movilidad y Mireia Torralba, propietaria del histórico restaurante Amaya y miembro de la Junta del Gremi de Restauració, lamenta que las cifras “no reflejan la realidad de quienes vivimos y trabajamos allí”.

Cifras las hay –aunque hay un clamo de privados y administración para obtener más datos que permitan una gestión más ajustada– y diagnóstico también lo hay, y prácticamente compartido. Felix Ortega, gerente de Ciutat Vella e Ivan Pera comisionado del Pacte x Ciutat Vella, dieron cuenta de él: “Ciutat Vella tiene una cara oscura y una cara llena y no nos hemos de quedar solo con una; la cara oscura la conocemos y el abordaje debe ser propositivo, optimista y decidido, integral, estratégico y compartido...”. Destacó que “hemos pasado de un escenario de confrontación a uno de colaboración”. Ortega citó los planes de acción del Ayuntamiento, el Pla Endreça, el Pla Clima, el Pla Vivenda, el Pla de Barris, que incluirá un apartado de comercio... repasó las numerosas obras que hay en marcha y la inversión municipal, ni más ni menos que 290 millones de euros y las encuestas de percepción de la ciudadanía. La décima edición de la Summit Barcelona Oberta contó también con la participación de la comisionada de Promoció Econòmica, Comerç i Restauació, Nadia Quevedo, y con la directora de comercio de la Generalitat, Marta Anguerri.

Natalia Olson, durante su intervención en la Summit Barcelona Oberta

Natalia Olson, durante su intervención en la Summit Barcelona Oberta

SERGIO RUIZ

La consultora y comisionada del gobierno Obama, Natalia Olson, que vive a caballo entre Estados Unidos y Barcelona –aquí vive en la calle Pelayo junto a la Rambla­– alertó en la primera intervención de la mañana de la degradación del centro –“salgo a pasear el perro y me ofrecen droga cada día”– y comparó el caso de Barcelona con otras ciudades estadounidenses como Massachusetts o San Francisco para enmarcar acciones. “Aquí regulan mucho más, es increíble”. Aplausos. “Y eso crea obstáculos, obliga a contratar a más funcionarios y ya hay demasiados funcionarios”. Más aplausos.

La cumbre acabó con los representantes de las nueve asociaciones comerciales de Ciutat Vella realizando demandas concretas y exponiendo sus razones y sus apuestas, como la del Born, con la artesanía y la gastronomía. El concejal Albert Batlle, en la clausura de la jornada se comprometió a reunirse con todos ellos antes de finalizar el año.

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