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La histórica cadena de pastelerías Embassy cierra todas sus tiendas en Madrid sin previo aviso

La compañía alega que la clausura se debe a problemas de liquidez, la subida de las materias primas y de los costes laborales

La tienda de Embassy en Chamberí, cerrada.
La tienda de Embassy en Chamberí, cerrada esta mañana.SERGIO ENRÍQUEZ-NISTAL
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La histórica cadena de pastelerías Embassy ha cerrado las puertas de todas sus tiendas en la capital. Los seis locales de la pastelería -fundada en 1931 en Madrid- han sido clausurados sin previo aviso a los clientes.

El establecimiento de Embassy en el barrio de Valdemarín (Aravaca), uno de los más exclusivos de la capital, amanecía esta mañana con la persiana bajada y con el interior de la tienda desmantelado.

Nada hacía sospechar este sorpresivo cierre de esta confitería famosa por sus pasteles de limón y merengue. De hecho, en la puerta del negocio de Aravaca todavía lucía esta mañana el cartel de: "Se necesita personal. Deja tu currículum en la tienda o contáctanos".

Desde Embassy argumentan que la empresa tenía problemas de liquidez: "La subida de costes de las materias primas, de la energía, la subida de costes laborales y las dificultades para acceder a financiación, unidas a la no recuperación de las ventas previas a la pandemia, nos ha llevado iniciar un proceso de negociaciones de conformidad con los artículos 583 y siguientes del texto refundido de la Ley Concursal".

Fuentes de la compañía afirman que el cese todavía no es definitivo, a la espera de la negociación con los trabajadores. "En las próximas semanas se decidirá la continuidad o el cierre definitivo de las tiendas", apuntan.

Conflicto laboral

Según ha podido saber EL MUNDO, el trasfondo del cierre se debe a un conflicto laboral con algunos trabajadores que han demandado a la empresa por el retraso en el pago de los salarios. Según fuentes de la compañía, algunos dependientes de la tienda, a punto de jubilarse, prefieren cobrar la indemnización por despido e irse al paro, antes que seguir trabajando.

Desde Embassy insisten en que pagan religiosamente a sus empleados, aunque admiten que sí que ha habido retrasos, ya que suelen realizar los pagos a mitad de mes, en lugar de al principio.

A todo ello se ha sumado la asfixia económica, ya que la empresa tiene que devolver los préstamos ICO concedidos durante la pandemia y los bancos no conceden nueva financiación porque la consideran un sector de riesgo.

Sin embargo, la cadena sí que podía optar a encontrar financiación privada, pero los accionistas no se atreven a invertir, bajo el temor de que su dinero se acabe materializando en las indemnizaciones para los trabajadores más veteranos en lugar de destinarse para mejorar el negocio.

La empresa negocia actualmente con los empleados para intentar salvar las tiendas y evitar ir a juicio, que se celebraría en el mes de septiembre.

Reuniones de espías

El mítico salón de té fue fundado en 1931 por la irlandesa Margarita Kearney Taylor que, en los albores de la II República, quiso abrir un local que le recordara a las casas londinenses con té bueno con pastas, mantequilla y emparedados.

Según relataba Víctor de la Serna, "Embassy hizo descubrir los muffins, los scones, los tés Darjeeling y Lapsang Souchong a una burguesía que no conocía esas delicadezas del imperio británico".

De hecho, el salón de té siempre ha estado rodeado de todo tipo de anécdotas y leyendas. Durante la II Guerra Mundial se convirtió en una especie del Rick's de Casablanca en el que los espías americanos e ingleses convivían con los nazis, mientras en los sótanos se buscaban papeles a los refugiados judíos. De hecho, en la sede de Castellana, situada a escasos metros de la Embajada británica, se concertó el salvamento de 30.000 judíos.

Por su barra desfilaban desde Pedro Almodóvar hasta Carmencita Franco.

La cadena ya sufrió un golpe mortal en 2017 cuando cerró sus puertas el mítico Embassy del Paseo de la Castellana. Nunca se recobró del todo de ese zarpazo y tampoco volvió a recuperar las cifras anteriores a la pandemia. Ahora está por ver si el resto de las pastelerías logran sobrevivir al último envite.

La mítica tienda de Embassy en Castellana cerró en 2017.
La mítica tienda de Embassy en Castellana cerró en 2017.

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Las claves del éxito de Arzábal, que acaba de estrenar restaurante en el Bernabéu: ubicaciones emblemáticas y barras que mezclan lo popular y el lujo

El grupo celebra su 15 aniversario abriendo un quinto restaurante en el interior del templo madridista

Álvaro Castellanos e Iván Morales (dcha), dueños de Arzábal.
Álvaro Castellanos e Iván Morales (dcha), dueños de Arzábal.
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El Grupo Arzábal celebra su 15 aniversario con una sonada apertura en las tripas del Santiago Bernabéu. El pasado 20 de enero, la taberna más castiza del Retiro estrenó una nueva sede en el estadio del Real Madrid, un espectacular local que cuenta con 40 metros de cristalera desde los que se divisa el campo del club.

Ubicado en el fondo norte, en la puerta 33, el nuevo Arzábal se asienta en un establecimiento de 570 metros cuadrados para 160 comensales con un cuidado interiorismo realizado por MIL Studios.

La carta es similar a la de los otros restaurantes del grupo con platos emblemáticos como la mantequilla de cinco kilos de aperitivo, las gildas con atún, las patatas a la importancia con cigala, la raya o la torrija.

«Queremos que el cliente que lleva 15 años yendo al Retiro pueda venir aquí pagando un poco más. Nuestra intención es que la croqueta sea democrática», declara Iván Morales, el cofundador del grupo con su socio Álvaro Castellanos.

De hecho, la croqueta de jamón ibérico -otra de sus recetas estrella- se elabora con leche de oveja, que es menos grasa que la de vaca, lo que les permite cocinarla durante ocho horas con menos harina para que sepa más a jamón.

Su mantequilla de cinco kilos, un aperitivo ideal para compartir.
Su mantequilla de cinco kilos, un aperitivo ideal para compartir.

En la entrada del restaurante se encuentra la zona de barra con mesas altas, que tanto cuidan en el Grupo Arzábal. Traspasada esa primera franja, se llega al salón principal donde todas las mesas tienen vistas al templo madridista y que goza de dos panaderías en los extremos del comedor con hornos para sacar a la mesa el pan caliente.

En la planta de abajo, se ubica otro espacio, con la cocina abierta, que conserva las columnas originales del estadio y cuyas mesas se pueden separar con cortinas para transformarse en reservados.

El establecimiento brinda un amplio horario de 12.00 a 2.00 de la madrugada, salvo en los días en que se celebren los partidos de fútbol, cuando tiene que cerrar dos horas antes. Durante los encuentros, el Grupo Arzábal también se encarga de ofrecer el cátering en la zona VIP de las gradas con salmón cortado al momento, ostras y champán.

Ubicaciones emblemáticas

Con este nuevo local, Arzábal suma su quinto establecimientos en la capital, todos ellos en localizaciones emblemáticas de Madrid porque buscan que las ubicaciones tengan atracción por sí mismas.

Morales y Castellanos montaron su primera taberna en la calle doctor Castelo allá por 2009 y al año siguiente, se mudaron al local de Menéndez Pelayo que les hizo famosos con esa barra donde se mezcla lo popular y el lujo.

A los pocos meses de empezar, la Guía Metrópoli de EL MUNDO les concedió el premio al mejor restaurante revelación, lo que dio un gran espaldarazo a su idea de democratizar la gastronomía.

Empezaron innovando con las medias raciones y con una amplia carta de vinos por copas y una apuesta por el champán y los vinos de jerez. «En nuestra barra te puedes tomar un steak tartar y una ración de cocochas con un champán o un amontillado, lo que hace años no era frecuente. Este concepto se ha replicado mucho después», afirma Morales.

Piezas de carne del restaurante.
Piezas de carne del restaurante.

Tras algún negocio fallido, los dos socios abrieron nueva sede en el Museo de Arte Reina Sofía, con una espectacular terraza en uno de los lugares más visitados de la ciudad. Los dos cocineros tuvieron que cambiar un poco su concepto para adaptarse al visitante del museo, que no era igual que el cliente habitual de Arzábal.

«Nos costaba ver un arroz con trufas con un té de bebida en vez de un vino», relata Morales. Por eso, en la carta de este comedor han añadido unas focaccias con el fin de ajustarse a la velocidad del viajero que acude al museo.

Hacer barrio

El Mercado de San Miguel -otro de los lugares más turísticos de Madrid- fue la tercera localización del grupo, donde cuentan con varios conceptos: Arzábal Market con la barra de toda la vida, donde se sirven pinchos; Hermanos Pollo, con el ave como protagonista; Madrí, con recetas tradicionales de la capital como las patatas bravas y un food truck, cuyo hilo conductor es su famosa croqueta.

Su penúltima apertura fue otro emplazamiento emblemático: la T-4 del aeropuerto de Barajas. Allí han instalado una barra especializada en productos ibéricos, pinchos al estilo vasco y todo tipo de raciones.

Ahora, el restaurante del Santiago Bernabéu ve la luz después de tres años de trabajo. La lucha de Morales y Castellanos ha sido tratar de que el marco no les condicionase: «Este estadio es la Torre Eiffel de Madrid. Pero hemos intentado abstraernos de la majestuosidad del escenario para centrarnos en el restaurante», explica Morales.

Desde el nuevo Arzábal aspiran a atraer a mucho visitante extranjero que acude al Museo del Real Madrid, pero también a numerosos vecinos de la zona: «Hacer barrio es fundamental para nosotros», añade el chef.

Todo ello en un momento en el que la ciudad vive una situación inmejorable como capital del turismo de lujo: «Esto no ha sucedido de manera inmediata, sino que es fruto de muchos años de trabajo. Los grandes eventos como la Fórmula 1 se fijan en Madrid».

Además de Arzábal, el nuevo Santiago Bernabéu completa su panel gastronómico con un restaurante de 99 Sushi bar, el Puerta 47 (Grupo la Máquina), una zona de puestos de mercado y el espectacular Sky Bar, el mayor palco vip del mundo.

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