CINE
Cine

Barry Levinson: "El ser humano tiene un ADN mafioso que ha marcado la historia de la humanidad"

El director de clásicos como Rain Man regresa con The Alto Knights, una película de aire clásico sobre la mafia que entrega a Robert De Niro el privilegio de ser dos personajes a la vez... y no estar loco

Robert de Niro y BArry Levinson en el rodaje de The Alto Knights
Robert de Niro y BArry Levinson en el rodaje de The Alto KnightsMUNDO
Actualizado

Barry Levinson (Baltimore, 1942) pertenece a la clase de cineastas que han codificado el gran relato americano, la narrativa cinematográfica estadounidense. Desde la altura de sus 82 años, llegó a la dirección justo después de la revolución de los 70 y ahí se ha mantenido de forma constante sea como director, productor o ideador de series para la televisión. Películas como Diner (1982), El mejor (1984), Rain Man (1988), Avalon (1990) o La cortina de humo (1997) son algunos de los hitos del más entregado de los narradores. Ahora vuelve con The Alto Knights, una cinta de gusto clásico que otorga a uno de sus actores fetiche, Robert De Niro, el privilegio de multiplicarse por dos en una entregada celebración y exhibición de sí mismo.

¿Cuánto tiene la película de homenaje a los grandes clásicos sobre la mafia como El Padrino, Uno de los nuestros o Érase una vez en América?
El punto de partido es un hecho real. Y éste es que la rivalidad entre Vito y Frank, los dos mayores mafiosos de su época, acabó convertido en un plan para precisamente poner fin a la mafia a nivel nacional. Estos hechos son verídicos, es la realidad. Obviamente, el diálogo entre los protagonistas y muchas otras cosas forman parte del proceso de hacer cine. Sobre esta historia hay guiones escritos desde los años 70. Pero nunca se llevaron a cabo. En este caso concreto, me reuní con Nicholas Pileggi durante la pandemia y empezamos a trabajar en un borrador. La génesis fue la historia de amistad que deriva en un enfrentamiento por la codicia. Y, a partir de ahí, y sin perder de vista los sucedido realmente, fuimos dibujando el carácter de cada uno de los personajes.
¿Y los clásicos?
Digamos que la realidad pesó más que el cine.
¿Diría que hay un estilo mafioso de afrontar la vida? Pienso, por ejemplo, en la reunión en la Casa Blanca entre Trump y Zelensky.
No me atrevería a decir que la mafia o ser mafioso sea un estilo de vida, pero sí que creo que forma de la naturaleza humana. Es uno de los elementos de nosotros como personas, de cómo reaccionamos con otros grupos, tribus o lo que sea. Creo que ese ADN mafioso ha marcado la historia de la humanidad.
¿Y la elección de De Niro para los dos personajes?
En verdad, no fue ni idea mía ni de De Niro. Fue el productor Erwin Winkler el que lo sugirió. Al principio me pareció un locura. Hasta que caí en la cuenta de que estábamos hablando de Robert De Niro, uno de los mejores actores de la historia del cine. Se lo planteamos a Bob y él se limitó a decir que le parecía interesante. Fue un auténtico desafío para él y solo aceptó hasta que vio claro que se trataba de hacer dos personajes muy distintos y que no era simplemente una broma o un truco de marketing.
No es la primera vez que trabaja con De Niro, ¿fue diferente esta vez? ¿Puede ser más explícito sobre el proceso? ¿Es tan maniático como dicen?
Lo más complicado fueron las escenas en las que aparecen juntos los dos De NIro. Y tengo que decir que fue un proceso de preparación extremadamente meticuloso. Recuerdo que empezábamos a trabajar durante el almuerzo y hasta que no estaba todo, línea a línea, perfectamente ajustado no parábamos. Repasábamos, repasábamos y repasábamos. Sí, no diría obsesivo, pero sí meticuloso. Para Bob es fundamental sumergirse en el personaje, no solo interpretarlo. Pero no solo eso. Después de ensayar hasta la exasperación, él necesita libertad para experimentar durante la escena misma. Todo su empeño es que la personalidad del personaje y sus intenciones se transmitan de la manera más creíble posible.
¿De Niro es de esos actores que se llevan sus personajes a casa? Quiero decir, ¿se comportaba diferente cuando daba vida a uno o a otro?
No sabría decir. Lo que sí hacía Bob es que para recitar sus líneas cuando la escena no es completa y no tiene a los otros actores de la película delante, o cuando se contesta a sí mismo porque él es también el otro personaje, no quiere que alguien le lea simplemente la parte del guion que funciona como réplica, él quiere y exige otro actor que se prepare el papel. Es decir, hubo dobles del propio De Niro que eran también actores. Y de esa forma de trabajar surgieron momentos muy interesantes que no estaban planificados.
No es muy común ver un reparto en el que el actor más joven debe rondar los 70 años. ¿Se trata de una provocación, de una especie de refutación a un Hollywood permanentemente obsesionado con la juventud?
No, no. Esta es la historia que queríamos contar y éstos son los personajes. No hay nada más que eso. Buscas a los mejores actores y ya está. Sobre la obsesión de Hollywood por la juventud, solo puedo decir que yo tengo 82 años. Y trabajo para Hollywood.
P. Ya que habla de su edad, muchas veces se le ha descrito como un maestro de la narrativa estadounidense clásica. ¿Se identifica con esta definición? ¿Y qué cree que es la narrativa clásica estadounidense?
No sé si capaz de pensar de mí mismo en esos términos. Me resulta muy pretencioso. Solo trabajo y razono en términos de la historia que quiero contar, ya sea sobre una familia de inmigrantes, como hice en Avalon (1990), o la historia de una persona autista, como en Rain Man (1988). Simplemente me siento atraído por ciertos temas que creo que puedo explorar y que pueden involucrar a la audiencia. La pregunta siempre es la misma: ¿Cómo hacemos para que unos personajes funcionen para que la audiencia pueda emprender el mismo viaje? No sé si lo que acabo de decir tiene sentido, pero no es el tema de la película ni los personajes lo que me mueve, es el mecanismo de la historia lo que me interesa, y que ese mecanismo funcione.
Pocos directores han analizado de forma tan detallada lo que podríamos llamar la existencia y la vivencia de la comunidad judía en Estados Unidos como usted. ¿Qué piensa de lo que ocurre en Israel y Gaza ahora mismo?
Periódicamente, en la historia de la humanidad, por razones que nunca entenderé, somos incapaces de ponernos de acuerdo. Pienso en lo que ocurre en Israel y me pregunto: ¿por qué no podemos aceptarnos unos a otros y seguir adelante? Como dije antes refiriéndome a otro asunto, tal vez esté en la genética del hombre. Le contaré algo rápido: Hace algunos años, estaba en Hawai, en una de las islas más pequeñas, y estaba lloviendo. En la habitación del hotel, había un libro sobre la historia de la isla, y hablaba de esa isla en particular. Lo estaba leyendo, y decía que hubo una guerra entre dos grupos. Pensé: "Están en el paraíso, y están en guerra entre ellos. ¿Por qué? ¿Acaso las olas son mejores aquí que allá? ¿O es que prefieren esta playa a aquella?". ¿Qué es lo que nos impulsa a encontrar razones para ir a la guerra unos contra otros? ¿Por qué no podemos simplemente aceptarnos? No lo entiendo. Obviamente está dentro de nosotros y es desconcertante. Me pregunto si alguna vez superaremos eso, si podremos seguir con la vida y dejar de lado todas esas otras ambiciones extrañas. No lo puedo entender, y nunca he hablado con nadie que me explique por qué el hombre necesita luchar contra el hombre.
The Alto Knights es un trozo del pasado de Estados Unidos, pero se diría que hay cosas que han cambiado muy poco...
Hay un momento en el que Vito dice: "El gobierno es totalmente corrupto". Bueno, eso sigue ahí, no creo que lo que ocurre ahora sea muy diferente. Hay una escena donde todos los mafiosos están viendo el comité sobre el crimen organizado en la televisión y comentan: "Mira lo que hicieron estos tipos. Aniquilaron a los indios, robaron el petróleo...En verdad, no son diferentes a nosotros. Son incluso peores que nosotros porque no lo reconocen. Solo nos diferencia que son más hipócritas que nosotros". Bueno, eso es en parte verdad.

0 Comentarios

CINE
Cine

The Alto Knights: De Niro empieza a ser demasiado De Niro (***)

El actor se entrega a un recital de sí mismo tan divertido como descontrolado en una película de actitud contradictoriamente clásica

Robert De NIro en un momento de The Alto Knights.
Robert De NIro en un momento de The Alto Knights.
Actualizado

La pregunta es, básicamente, cuántas películas más de mafiosos estamos dispuestos a soportar. ¿Acaso no tenemos bastante con lo que diariamente nos ofrecen las noticias? Una segunda cuestión que no somos capaces de resolver es por qué la mafia resulta tan atractiva cuando está de sobra probada su inclinación a todo lo atroz. Un restaurante de por ahí invita a los comensales a degustar los productos típicos italianos bajo el rótulo La mafia se sienta a la mesa. ¿Alguien imaginaría una cadena que acudiera a la oficina de registros con el nombre ETA prepara la ventresca de bonito como nadie? El caso es que desde mucho antes de El padrino, que siempre se vendió a sí misma como una reflexión sobre la familia, a mucho después de Érase una vez en América, que quiso ser una pautada lectura de la herida del tiempo, la mafia y el cine se niegan a romper su pacto de sangre. Y en medio, y de forma irremplazable, Robert de Niro.

The Alto Knights sería la última entrega de esta alianza estratégica entre negocios. Aunque en verdad, y por ser justos con la propuesta del muy veterano Barry Levinson, se trata más bien de un homenaje a esa larga y muy fructífera tradición con el aire nada disimulado de un fin de fiesta algo desganado. La edad pasa factura. No solo el guion es de un experto en la materia como Nicholas Pileggi, autor también de los libretos de Uno de los nuestros y Casino de Martin Scorsese, sino que, y como máxima atracción, Robert de Niro da vida no a uno sino a los dos personajes principales como protagonista y antagonista, y viceversa, en un alarde de narcisismo tan poco pudoroso como divertido y, sin duda, fuera de control. Sí, el argumento suena caduco, la historia se antoja de un perezoso que abruma y, reconozcámoslo, el actor De Niro no atraviesa su mejor momento... pero qué más da. Lo que hace y propone Levinson es un reencuentro feliz y sin prejuicios con todas las historias de mafiosos que han hecho posible que un restaurante nos siente a la mesa al lado de un asesino sanguinario. Es terrible, pero quién se resiste.

La película cuenta la historia de dos capos del crimen organizado de Nueva York: De un lado, Frank Costello y, del otro, Vito Genovese. De Niro es lo dos. Uno, tramposo, malencarado, colérico y violento; el otro, calculador, estratega y político. Dos formas de enfrentar la vida, la misma manera de relacionarse con la muerte. La película, como todas las del género, encara el relato como si de una tragedia griega se tratara. En verdad, lo que se ventila no es más que un duelo entre hermanos de modales casi bíblicos que se diría tan perfectamente predecible como cansino incluso. Pero muy simpático.

Desde aquí, desde la presentación del mito, Levinson se las arregla para componer un entretenido, eso sin duda, juego de referencias cruzadas. No importa tanto la historia tal cual y en sí, como la historia para sí (que decía Hegel). Es decir, lo relevante es la relación por fuerza íntima de cada espectador con la leyenda que han forjado tantas películas y tan emblemáticas sobre lo mismo. Buena parte del metraje se alimenta del sentimiento que Sergio Leone imprimió a su saga sin renunciar a cada uno de los tropos que Coppola o Scorsese o hasta Ferrara elevaron a la categoría de referencia cinematográfica obligada y obligatoria. No es exactamente una parodia, pero un poco sí; no es comedia, pero hace gracia; no es tragedia, ni lo pretende. Y así. Digamos que es cine clásico que se sabe tan perfectamente clásico que acaba por ser lo contrario. Levinson, que ya tiene 82 años, siempre ha demostrado su muy irreverente capacidad y gracia para reírse de su edad y de la de todos.

El resultado es De Niro. No estamos delante de la mejor de sus interpretaciones, pero estamos con él. Porque en verdad De Niro no da vida a dos mafiosos como nos quiere hacer creer el guion, sino que De Niro interpreta simplemente el papel de De Niro. Sí, De Niro es Frank y De Niro es Vito, pero lo que en verdad es De Niro es Johnny Boy, Corleone, Noodles, James Conway, Sam 'Ace' Rothstein, Frank Sheeran y todos los personajes italo-americanos más o menos mafiosos que a lo largo de su carrera ha encarnado, que no solo interpretado. De Niro es un trozo de nuestra retina. Y lo sabes. Aunque, la verdad, De Niro ya empieza a ser demasiado.

--

Director: Barry Levinson. Intérpretes: Robert De Niro, Debra Messing, Cosmo Jarvis, Kathrine Narducci. Duración: 120 minutos. Nacionalidad: Estados Unidos.

9 Comentarios

7
Craig

Actor woke en decadencia y totalmente fracasado con sus burlas e insultos continuos a Trump. Le propuso a Silver Stallone hacer una película con el de unos 1000 millones y casi que se gana un puñetazo de el.

6
cruiser

@descondon #3 Tal cual; ese es el nivel. Y, como usted dice, estos golfos ya han comprobado que el dar carta de naturaleza no ya como interlocutor, sino como socios y hombre de paz a los asesinos de sus propios compañeros, tiene un coste electoral muy limitado y que se va difuminando, tal es el nivel también en el personal. Para ellos, más que amortizado.

3
descondon

@cruiser #1 Y es homenajeada en múltiples localidades a través de recibimientos a sus asesinos; famosos locutores televisivos llaman "hombre de paz" a uno de sus ex miembros, su presión sigue viva en toda la región impidiendo desplegar banderas y signos nacionales españoles, los socialistas afirman que ETA ya está "amortizada"...

1
cruiser

Curioso artículo; habrá que ver la película, aunque las críticas no son especialmente buenas. Pero las comparaciones nunca han sido tan "odiosas". En España, ETA no figura en el nombre de ningún restaurante - que yo sepa- , pero decide y sostiene el gobierno del pais- pais al que dice no pertenecer- y ocupa las instituciones.

LITERATURA
Literatura

Karla Sofía Gascón: "A mí no me tiene que perdonar nadie nada"

La actriz reaparece tras la polémica de los tuits racistas y después de que Netflix la apartara de la promoción de Emilia Pérez para la presentación de la reedición de su libro Lo que queda de mí

Karla Sofía Gascón reaparece y asegura que no le "tiene que perdonar nadie nada"EL MUNDO (Vídeo) / SERGIO ENRIQUEZ-NISTAL (Foto)
Actualizado

"Soy menos racista que Gandhi y menos de Vox que Echenique. Si queréis un titular, ahí lo tenéis". Apenas cumplidas las presentaciones protocolarias, Karla Sofía Gascón volvió a ser Karla Sofía Gascón. Retadora, directa, tajante y... con los deberes hechos. Se acabó el silencio que la ha tenido sin abrir la boca desde poco después de que a finales de enero, la competencia (o quien fuera) desempolvara unos viejos tuits directamente racistas. El escándalo (eso fue) la apartó de la carrera de los Oscar en la que figuraba como nominada por su trabajo en Emilia Pérez. Es más, Netflix, la distribuidora, prescindió de ella en la campaña de promoción de la cinta y el director, Jacques Audiard, hizo público su voluntad de ni acercarse a la que hasta entonces había sido su amada protagonista. Y ahí quedó, cancelada y resignada.

La declaración, la de Ghandi, tuvo lugar el jueves ante la prensa y una mesa con jamón con motivo de la presentación de Lo que queda de mí (Almuzara), el libro entre autobiográfico y todo lo contrario que en verdad reedita y amplia el texto anterior de 2018 Karsia, editado con anterioridad en México. Hablamos del mismo volumen que la editorial Dos Bigotes anunció a bombo y platillo que cancelaba. "En verdad, entre aquella editorial y yo no existía ningún contrato. Dijeron lo que dijeron, pero nunca hubo nada", aclaró la actriz después de un largo circunloquio sobre lo terrible de las redes sociales, de todas ellas.

Sea como sea, hay libro y, por lo que se vio, también hay Karla. Y para rato. Antes de aclarar que todos sus contratos previos a la publicación de los tuits siguen en pie, la actriz dejó claro que lo del perdón conviene relativizarlo. Ella pide perdón a los que se hayan ofendido, pero el camino de vuelta, cuidado. ¿Se siente perdonada por todo? "A mí no me tiene que perdonar nadie nada. El que se sienta aludido por cosas que haya podido hacer en mi vida, que venga y me lo diga. Lo que yo he visto ha sido mucha hipocresía. Se han dicho cosas tremendas de mí sin conocerme en absoluto. Han dicho que si soy de extrema derecha o racista o no sé qué... Pero si algo he hecho toda mi vida es estar contra todo esto. De joven, me peleaba con los skinheads". Pausa. "Cuando alguien se me acerca y le pregunto: 'Pero a ti, ¿qué es lo que te ofende de mí?' Nadie es capaz de concretarme nada ni decirme nada".

Karla insiste en que lo escrito, lo de los tuits, fue producto de su tiempo, de la ira del momento y, por qué no, de su tiempo libre; que eso no justifica ninguna de las barbaridades posteadas, pero pide comprensión: "¿Qué dijo la gente cuando sucedió el 11M? Yo o cualquiera de mi familia podía haber ido en ese tren. Lo único que hice fue comentar unas noticias como tanta gente. Pero que nadie me diga que estoy blanqueando el nazismo o que estoy a favor de Hitler... A las personas musulmanas las tengo un respeto enorme, pero no tengo ninguno al fanatismo, al terrorismo y a todas las barbaridades que se cometen en nombre de dios o las religiones". Y añade: "Desde que se crearon las redes sociales, podré haber escrito 20.000 comentarios. Lo sé porque hice la cuenta el otro día. Si a eso le sumamos las 500 páginas del libro, ¿cómo no va a ver errores?". Y así. Más Karla que nunca antes.

Cuenta que si no borró su cuenta de Twitter de donde salió lo que salió fue por pura vanidad. "De repente, me colocaron como usuaria VIP sin limitación de caracteres y no quise renunciar a ello", dice. También recuerda que le sorprendió que alguien pudiera llegar hasta 2016 de donde proceden algunos de los tuits porque ni a ella misma le dejaba la aplicación ir tan abajo. Un dato que le lleva a la conclusión de la que nunca se ha apeado: "Está claro de que hubo una campaña contra mí y que no desistieron hasta que consiguieron lo que pretendían". ¿Se arrepiente de algo? ¿Volvería a hacer lo que hizo? "Soy un animal que no teme tropezar dos y mil veces en la misma piedra. La vida siempre me pone en los lugares más difíciles para que aprenda. Y es de los errores de lo que se aprende", contesta trágica y se diría que feliz.

El libro arranca con una confesión de amago de suicidio. Ni lo confirma ni lo niega, aunque deja claro que ella siempre dice la verdad. "No soy capaz de mentir ni a mi mujer", aclara de forma soprendente quizá. "Por supuesto que me derrumbé, pero no puedo decir más porque sería un chiste. Estoy aquí y eso es suficiente", sigue sobre su fallido propósito de morir antes de esta comparecencia ante la prensa. Y desde ahí traza una vida entera tan perfectamente autobiográfica como fabulada. "Hace tiempo que decidí que mi vida era mía y que no tenía por qué hacer nada para agradar a los demás. Es más, de lo único que me arrepiento es haberme traicionado a mí misma por precisamente eso: por esforzarme como he hecho últimamente de agradar a los demás". ¿Se está arrepintiendo ahora del silencio guardado? "Tampoco. No, también eso fue una enseñanza. Tuve que aprender a controlarme". Contradictoriamente Karla.

Afirma que, pese a todo y contra todos, ninguno de sus contratos se ha caído. Mantiene que su relación con todo el equipo de Emilia Pérez es, pese a todo y contra todos también, inmejorable. "Adoro a Audiard y no voy a decir nada en su contra", puntualiza. Y no duda en echar flores a la gala de los Oscar. Ésta sí le gustó y no aquella en la que ganó Nomadland. "Yo fui dispuesta a pasar por la alfombra roja, pero no pisé otra alfombra que la que estaba debajo de mi butaca"; dice y se ríe.

El libro lo cierra con una párrafo que, leído con cuidado, vale como declaración de principios: "No busco redención, busco seguir siendo. No quiero compasión, quiero que mi voz se escuche por lo que es: un testimonio de lucha, de amor, de libertad. Que nadie nos arrebate el derecho de equivocarnos, porque sin error no hay evolución, sin sombra no hay luz, sin caída no hay vuelo... Y yo, después de todo, sigo volando". Karla multiplicada por mil. Y lo que queda.

60 Comentarios

60
fcmdf

Sigue siendo arrogante, deshonesta, irrespetuosa y sin el menor rastro de humildad... Se burla de la inteligencia de los demás, justifica puerilmente sus errores y se hace la víctima, como si la sociedad le debiera algo. Debería caer en el ostracismo, de donde nunca debiera haber salido

57
Aljiesping

Cuando se insulta y se falta el respeto a otras personas, se suele esperar el perdón de las mismas, siempre y cuando uno se haya arrepentido de la ofensas cometidas. Entiendo que si esta persona no espera ningún perdón es que no se arrepiente de todo lo tuiteado. Por tanto debería continuar cancelada. Me parece una persona poco inteligente. Debería callar más.

56
Mirtas
54
Igi

Karla, te tiraste semanas pidiendo perdón tras borrar tweets para ver si la izquierda progre al final te daba el óscar.... No te hagas el valiente ahora