Soy de esa generación que se crio con lo que se conoce como la trilogía original de Star Wars. O lo que es lo mismo, cuando hablo de la franquicia (otrora) de George Lucas, lo hago desde la perspectiva de un nostálgico que disfrutó como un auténtico enano de sus primeros filmes. No obstante, con el paso del tiempo me he ido desenganchando de la franquicia. Y mucho. Siendo sincero, me pierdo con tanto spin-off, tebeo paralelo, novela y película. Me pasa lo mismo con Marvel: no me apetece tener que ver dieciocho ficciones distintas para poder ver la película de turno.

Así que sí, tengo a Star Wars castigado en un rincón del que solo sale cuando lanzan un nuevo videojuego. En efecto, lo único que ha logrado mantenerme bien ligado a su universo son trabajos como el muy reciente Star Wars Outlaws, de Ubisoft. Lo he estado jugando durante estas semanas con mucha calma gracias a una clave que me cedieron muy amablemente y, al igual que me pasó con la saga Star Wars Jedi, me ha demostrado que la mejor forma de disfrutar de La Guerra de Las Galaxias es esta.

Los videojuegos de Star Wars, como Outlaws, hacen que no extrañe el cine

Sobre todo porque me ha permitido recuperar ciertos recuerdos que tenía bloqueados. A su manera, Outlaws está bastante conectada con las primeras películas de la ya mencionada trilogía. Se ubica entre los episodios V y VI, y menciona a (y hasta aparecen) personajes como Jabba el Hutt. Es más, hasta ha provocado que me entren ganas de volver a ver esas cintas, aunque luego se me pasa. Pese a ello, no puedo negar que tiene un impacto tremendo.

Además, detrás de su dirección artística se nota que hay un gran respeto por las películas originales. La forma en la que se presentan muchas escenas, el juego de 'cámaras' con determinadas cinemáticas y el sistema que emplean para introducir ciertas cuestiones se acerca mucho a lo que vimos en los proyectos que dirigió el propio George Lucas. Es como volver a ver aquellas películas con las que aluciné cuando era poco más que un crío, pero en pleno siglo XXI y de manera realmente interactiva.

Entonces, ¿por qué esa 'faltada' a las películas si te gustan tanto y tanto te recuerdan a ellas? Pues en realidad es porque estoy un poco cansado de la forma en la que funciona el cine, pero lo verdaderamente importante es que me sirve para poner de relieve lo interesante que me ha parecido Star Wars Outlaws. Y es que, entre otras cosas, mientras disfrutaba de la experiencia, el juego me recordó de muchas maneras distintas a los filmes de los que hoy reniego. Al menos de los más recientes, porque de los originales me los quedo prácticamente todos.

Por supuesto, lo hace de manera diferente, y eso es algo que me agrada. Hemos visto que, últimamente, han triunfado mucho esas ficciones en las que nos alejamos del clásico Jedi vs. Sith y nos adentramos en los pormenores de otro tipo de protagonistas. Kay, el rostro de Star Wars Outlaws, pertenece a ese grupo. Es una ladrona con mucho talento y una mercenaria en ciernes que, por diversos motivos, desea dejar atrás el planeta que la ha visto crecer. Recogiendo parte del testigo que dejó Han Solo, deja que la pillería y la intuición (junto a su precioso compañero de viaje, Nix, una criaturita encantadora) sean sus mejores amigas en un universo en donde prácticamente todos la quieren muerta.

Por supuesto, tendrá muchos aliados, pero también poderosos enemigos que le han puesto precio a su cabeza. La suya será una de esas aventuras en las que toca recorrer decenas de parajes para encontrar la solución más inverosímil posible para sus problemas. Lo verdaderamente interesante es que empieza siendo una don nadie, pero poco a poco se va labrando una gran reputación como sicaria del espacio. Es más, me recuerda mucho a otros grandes personajes de la franquicia al moverse en un mundo de claroscuros.

No podemos decir que Kay sea malvada, pues no es así, pero tampoco es trigo limpio. Si tiene que asesinar a alguien para lograr sus propósitos, lo hará. Espera, ¿cómo? No, no es una asesina al uso que raje cuellos en primera plana, pero no le importa abrir fuego en casi cualquier sección de acción dentro del juego aunque haya sido ella quien se colase en donde no debía. Se mueve en un mundo de ambivalencias morales donde se rige la ley del más fuerte: matar o morir. Más o menos. Por supuesto, se inclina más hacia el bien, y podemos ver que, aunque su moral puede ser laxa, no es mala persona al uso.

Dicen que las circunstancias hacen a la persona. En este caso, considero que es así, siendo esta una de las razones por las que podríamos hasta enumerarla como una de las más dignas sucesoras del mítico Han Solo. A su manera, y con su propia personalidad, recuerda al mítico Harrison Ford en sus mejores tiempos. Es una comparativa simple, por supuesto, pues cada uno es como es, y Kay tiene muchos matices que la hacen destacar desde la individualidad. Pese a ello, considero oportuno mencionar que recoge parte de ese espíritu.

Con todo esto en mente, cuando alguien me pregunta por qué ya no necesito las películas de Star Wars, la respuesta está en juegos como Outlaws u otros muchos, como la duología (a falta del tercero) de Jedi. Personalmente, me parece más interesante interactuar con sus universos y redescubrir SW a través de ellos que de las últimas series y/o cintas, por muy buenas que puedan ser. No es cuestión de ser mejor o peor, sino de afinidad. En mi caso, la química con las películas y series más recientes de la saga es prácticamente inexistente, pero con sus videojuegos la cosa cambia.

A título personal, considero que son los que mejor recogen el espíritu de George Lucas y sus primeros trabajos. ¿Resumen? Star Wars Outlaws no solo me parece un gran juego, sino que, además, es justo lo que un nostálgico como yo necesitaba. Al final, por supuesto, es cuestión de gustos, y yo me he divertido muchísimo más con Outlaws que con cualquier otra producción de SW fuera del mundo de los videojuegos. Ya sea por tiempo, prestaciones o concepto, me parece bastante más entretenido.