La Unión de los reinos de Dinamarca, Noruega y Suecia nació como un conglomerado típico de su tiempo. Fue el periodo en que las combinaciones dinásticas crearon nuevas áreas de señorío supremo en el mapa de Europa, como Polonia-Lituania, Borgoña-Flandes o Castilla-Aragón. El interés de toda familia principesca por mantener su posición y ampliar sus dominios era un objetivo primordial, y un recurso para lograrlo era, sin duda, la política matrimonial.
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