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El Intérprete 44: Católicos y masones. AMLO y sus candidatos. El aroma de los chiqueros

Vivimos esta semana una pugna con olor a naftalina, la de los fieles radicales y los masones, que por acá se reunieron.

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Noticias del pasado

Guanajuato fue esta semana escenario de un episodio singular, cuando grupos de católicos extremistas llamaron a boicotear el Consejo Masónico Nacional que se llevó a cabo en el Parque Bicentenario.

Supongo que hubo a quien le cayera mal que el Gobierno del Estado rentara a los masones la antigua Expo, que con su Victoria Alada frente a Cristo Rey, pretendió ser un símbolo de aquel penoso periodo en que Oliva y Mosqueda buscaron implantar su particular visión del mundo. Muy respetable, como lo es sin duda que a otros nos moleste tener que seguir pagando por aquellas sandeces.

Pero de ahí a llamar a que las milicias de San Miguel salgan a frenar a quienes pretenden contaminar con acciones malignas nuestro destino, media un trecho que estoy seguro, la mayoría de los fieles católicos de nuestros días están lejos de apoyar.

Desde luego, queda pendiente analizar el papel de la Arquidiócesis de León, que en un primer comunicado firmado por su vicario general, Juan Rodríguez Alba, advirtió que era pecado de omisión permitir la reunión de los masones y en otro posterior, hizo un llamado al diálogo, la concordia y la búsqueda de objetivos comunes: vaya usted a saber si a Monseñor, que practica exorcismos, le preocupa que enmohezcan sus habilidades.

Entrevistado por AM luego del segundo comunicado del Arzobispado, Ismael Gutiérrez Loera, presidente de la Conferencia de Grandes Logias Masónicas del País, resumió con acierto el enredo al señalar que "no podemos andar cargando con muertitos de hace 200 años"

No tenemos nada que ver "con diablos, demonios o satanases", aseguró Ismael Gutiérrez. Foto: Omar Ramírez

Palabras mayores

Mi estimado amigo Alejandro Pohls recordó también este domingo en su artículo en AM como Luis Spota reflejó en su novela Palabras Mayores el proceso del "destape" del candidato a la Presidencia de la República en la época del PRI: y es que la decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador de echar a andar su relevo fue sin duda el tema de la semana.

Muchos vimos con sorpresa que un mandatario con tanto poder y que de veras lo disfruta, pusiera en marcha con tanta antelación el mecanismo que sin remedio habrá de debilitarlo.

"Sea o no una maniobra distractora, el afán presidencial de colocar la sucesión presidencial como nuevo centro del debate supone firmar un acta de rendición al mismo tiempo", expresó René Delgado en uno de sus serenos análisis: la decisión, considera, despide un tufo de agotamiento o renuncia.

También en El Financiero, su director Enrique Quintana señala que la única explicación que vislumbra es la necesidad de proteger a su evidente favorita en la carrera, Claudia Sheinbaum, muy maltratada en este momento por la caída de la línea 12 del Metro y la de Morena en la capital del País: ¿cómo podría el movimiento mantener Palacio Nacional si postula a una candidata poco simpática y a la que vapulearon en su propio terreno? 

Según el análisis de Quintana, la maniobra de AMLO busca quitarle presión a la Jefa de Gobierno en lo que consigue rehacer su imagen. Pero los riesgos son evidentes: la primera muestra de los que habrán de salirse del huacal la dio Ricardo Monreal, pero seguirán muchos otros y no solo los excluidos, sino todos aquella que piensen que si López Obrador se va a La Chingada (su célebre rancho), ellos no tienen la obligación de seguir la misma ruta, por lo que buscarán agruparse para lo que venga después de 2024: todo ello, en detrimento del poder del Presidente.

Y ya tenía estás línea en la cabeza cuando ayer me topé con el texto de don Juan Aguilera Azpeitia, quien sabe y mucho de la política mexicana: en su opinión, al proceso no afectará el dominio absoluto que López Obrador tiene de Morena y el País y se trata solamente de "un malabarismo político para entretener ingenuos". Me confieso uno de ellos.

El Presidente y la Jefa de Gobierno. Foto: Presidencia

El aroma de los chiqueros

El tema de los patrimonios culturales "intangibles" es otro buen espacio para apreciar y discutir. De acuerdo con un documento de respuesta de la Unidad de Transparencia y Archivos del Poder Ejecutivo, difundido en noviembre de 2019 y que me topo en la web, entre 2013 y 2019 Guanajuato honró con este singular nombramiento a la fiesta charra, la fiesta taurina, las fiestas de San Juan y la Presa de la Olla, la cueva de San Ignacio de Loyola, a Dolores Hidalgo, a la Feria Estatal de León y a la Gastronomía Tradicional Guanajuatense. En enero de este año se sumaron a la lista los tapetes de Uriangato.

Cómo es evidente, la discusión está en la mesa. La fiesta taurina, que algunos aprecian mucho y a otros nos parece una barbaridad, debería ser excluida de la lista por el simple hecho de que no nos representa a todos. En el caso de la Feria Estatal de León, había que ponderar si es solamente la de enero o le sumaremos ahora la de Verano, con sus espacios vacíos, sus tablas de quesos finos y sus aguaceros.

Más allá de bromas, el tema da lugar a historias tan interesantes como la reciente decisión del Parlamento francés de asumir la defensa del patrimonio sensorial de su país, de tal forma que el aroma de los establos, el canto de los gallos y el tañer de las campañas son ahora protegidos por formar parte del tesoro nacional.

El decreto, que surgió del asesinato de un gallo durante el confinamiento, va mucho más allá de una iniciativa romántica y muestra, como evidencia un ensayo de Ethic, las crecientes tensiones entre los habitantes del campo y los de las ciudades, que descubren de pronto que "los huevos no crecen en los árboles", como ironiza el alcalde de un pequeño poblado de la Aquitania francesa. Vale la pena repasar el texto.

El alcalde Jerome Peyrat, promotor de la iniciativa. Foto: actu.fr

¿Qué ver, qué leer?

Después de dos semanas en que he hablado sobre la obra de Luis Spota& me dispongo a disfrutarla una vez más, unos días de asueto me pemiten darme el lujo. Sus libros sobre la sucesión presidencial -Palabras Mayores (el destape), Sobre la marcha (la campaña) y El primer día (el dolor del ex Presidente, ya sin el poder) están disponibles en papel y edición digital en Gandhi y Amazon, por lo que no hay excusa para escapar de disfrutar un buen rato.

Reeditada su obra en 2018, al calor de la campaña de aquel año, vuelve a tener actualidad. De paso, conviene recordar que Spota tiene un amplísimo catálogo de magníficas novelas (La víspera del trueno es mi favorita).

Por lo demás, Spota era un trabajador inagotable. Fundó y encabezó ¡el Consejo Mundial de Boxeo y Lucha libre!, escribía una columna política muy leída y mantenía una pugna con los intelectuales que comentan todos aquellos que escriben acerca de su obra.

Sobre esto conozco una historia singular. Según veo en distintos retazos que pesco en la red, el escritor Salvador Novo estaba convencido de que el apodo con que lo agredían por su homosexualidad, Nalgador Sobo, era creación de Spota. Con su afilado talento, la respuesta no se hizo esperar y publicó contra su rival (que comenzó su carrera periodística a los 14 años) un verso que decía: 

"Este grafococo tierno

lleva, por signo fatal,

como apellido paterno

la profesión maternal".

Entonces el asunto, y esto ya me lo contó mi padre, que fue testigo del episodio, pasó de las palabras a los hechos: durante un acto en Bellas Artes, Spota le abrió la cara de un golpe a Novo, con lo que todos terminaron en la delegación de policía. Personajes de los que ya no hay.

Luis Spota falleció en 1989, tenía 59 años: le faltó mucho por escribir. Foto: Proceso
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