El modelo es Calígula, nombrando cónsul a su caballo, Incitato. Otros no ponen caballos sino parientes, estafadores, delincuentes convictos, fantoches, tanto da, como ministros, jueces o lo que sea, los ponen porque pueden y alardean de ello porque para eso los pusieron. Los nombramientos son a veces tan disparatados, absurdos, tan bochornosamente inmorales que parece que fuesen indicios de locura. Por cosas así, en algún momento se ha dicho que estaban locos casi todos los tiranos de Tiberio abajo hasta llegar a Mobutu, Trujillo o Ceaucescu. Si se mira bien, lo que hay en la desvergüenza es una implacable, durísima, lógica política.
Calígula es un buen ejemplo. Todas las fuentes coinciden en que su ascenso al poder fue universalmente festejado. Según Suetonio, no hubo otro príncipe más ansiado por la plebe de Roma.
Este artículo está disponible sólo para suscriptores
Si ya tienes una suscripción puedes iniciar sesión aquí.
Suscríbete
Suscripción plus
(impresa y digital)
1 año por $ 799 MXN
Entrega de la edición impresa*
Lectura de la versión impresa en línea
Acceso ilimitado al archivo
Contenidos especiales
*Para envíos internacionales aplica un cargo extra, la tarifa se actualizará al seleccionar la dirección de envío
Suscripción digital
1 año por $ 399 MXN
Lectura de la versión impresa en línea
Acceso ilimitado al archivo
Contenidos especiales
¿Eres suscriptor de la revista y aún no tienes tu nuevo registro?
Para obtenerlo, sólo tienes que validar tus datos o escribe a soporte@nexos.com.mx.