Seis meses después de que Ashley Benton apuñaló a Gabriel Granillo en una riña pandillera, en un parque de Montrose, la gente aún está tratando de comprender cuáles fueron los errores que arruinaron sus vidas.
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"He asistido a Westbury durante toda la preparatoria. He visto disturbios entre los evacuados de Katrina y estudiantes de Westbury; escuché cómo una niña fue violada en un baño que da al pasillo; y el incidente más reciente: un compañero de clase del cuarto período, Julián Ruiz, murió de dos balazos a cinco pies de la escuela
El inicio, o más bien el final una niña que apuñala violentamente a un niño en el pecho es triste, pero no suena demasiado fuera de lo normal. Tampoco el estilo de vida empobrecido de Gabriel, o los complejos de departamentos decaídos que hay por todos lados.
Parte de lo que significa crecer en esta sociedad se traduce en tratar con distintos tipos de violencia todos los días. Algunos pueden evitar participar en ella, otros no. Gabriel no lo evitó, ni siquiera lo intentó; lo aceptó por voluntad propia. Habiéndome criado en un complejo de departamentos no muy distinto al de Gabriel, yo estaba rodeado del mismo tipo de violencia. Pero a diferencia de Gabriel, tenía a mis dos padres. Aún así, puedo identificarme con él. Puedo entenderlo. ¿Qué otra cosa pudo haber hecho?
Gabriel estaba atrapado. Por elección, por necesidad".
Preparatoria Westbury
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La mayoría de los niños pueden sobrevivir uno o dos problemas en su educación con una sola cicatriz, dice John Sargent, psiquiatra y pediatra en la Universidad de Medicina Baylor. Pero, al igual que muchos adolescentes que tienen problemas, Gabriel y Ashley tenían más de un factor de riesgo.
Tanto Ashley como Gabriel fueron criados por padres solteros. Ninguno tenía a un adulto que fuera su padre y protector de manera consistente. Ashley también sufría del síndrome de déficit de atención y se mudaba con frecuencia. Gabriel era tan pobre que tenía que pedir ropa prestada.
Bajo el peso de este tipo de problemas, no sorprende que las vidas de estos niños se descarrilen.
Los niños con múltiples factores de riesgo "tienden a caer en situaciones desafortunadas", dice Sargent. "Lo más probable es que estén en el lugar equivocado en el momento equivocado con los implementos equivocados".
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"Hace veinte o treinta años, lo peor que podía hacer un niño era tener una revista de mujeres desnudas escondida debajo de la cama. Ahora, ésa es la menor de las preocupaciones para los padres".
"Los padres tienen que seguir con atención cada paso que dan sus hijos para asegurarse de que no están haciendo nada que sea reprensible. Sé que mi mamá hace eso conmigo, y no está sola. Cada vez que salgo a algún lado con mis amigos, tengo que hablarle casi cada hora para que sepa que estoy bien y que no estoy haciendo nada malo. Pero, ¿quién puede culparla? Si Ashley podía comprar Xanax en un abrir y cerrar de ojos, entonces, ¿qué más podría comprar?
Preparatoria Lamar
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Ashley Benton ni siquiera pertenecía de lleno a una pandilla. Sólo pasaba el tiempo con ellos.
Es así como muchas mujeres jóvenes se relacionan con las pandillas, dice Avelardo Valdez.
Valdez, profesor de trabajo social en la Universidad de Houston, ha escrito un libro sobre las niñas y la violencia pandillera.
Es común, dice, que las mujeres jóvenes no sean miembros de la pandilla, como Ashley, pero están afiliadas.
En el aburguesado vecindario de Montrose, donde Ashley era más pobre que muchos de sus compañeros anglosajones en la preparatoria Lamar, no era de sorprenderse que gravitara hacia Crazy Crew, una pandilla compuesta, en su mayoría, de niños hispanos.
"¿Con quién más se iba a asociar?" pregunta Valdez. "¿Con los niños que viven en casas de 350.000 dólares? No. Ella eligió a los niños de su misma clase, de su mismo estatus. Para esta niña blanca, altamente marginada en la comunidad, estos niños eran sus compañeros".
Y ella quería impresionarlos.
"Es muy inusual que una mujer se involucre en este tipo de confrontación violenta entre pandillas", dice Valdez. "Pienso que Ashley estaba tratando de establecerse. Estaba tratando de demostrar su lealtad. Vio a la pelea como una oportunidad".
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"Sé lo que es ser una niña adolescente y tener que soportar a hombres burdos que te miran boquiabiertos, o estar preocupada todo el tiempo de no ser lo suficientemente bonita como para atraer al niño que te gusta en realidad. Es una batalla constante, contra una misma, en la que juzgas constantemente tus peores rasgos y tratas de acentuar los mejores. No estoy diciendo que no es difícil para los niños, pero las faenas que se imponen las niñas a sí mismas son agotadoras".
Preparatoria Lamar
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Gabriel tenía 14 años cuando su padre, un ciudadano salvadoreño, fue deportado, dejando a Gabriel y su hermano a que se valieran por sí mismos.
Los hijos de inmigrantes tienen el doble de posibilidades que los hijos de padres nacidos en Estados Unidos de enfrentar no sólo un problema, sino una serie de factores de riesgo, según Donald J. Hernández, profesor de sociología de la Universidad de Albany, Universidad Estatal de Nueva York.
Los hijos de inmigrantes, señala Hernández, son en comparación más pobres, lo que significa que tienen menos acceso a buenas escuelas y programas después de la escuela. Y es más probable que sus padres tengan problemas con el inglés.
Néstor Rodríguez, profesor de sociología de la Universidad de Houston, dice que los niños inmigrantes tenían una ventaja, que muchos tenían madres que se quedaban en casa. Sin embargo, la Ley de Reforma a la Asistencia de 1996 cambió eso al fomentar a que esas madres tengan empleos remunerados.
Otra legislación aprobada ese año, la Ley de Responsabilidad de Inmigrantes y Reforma de Inmigración Ilegal, significó que aumentaran las deportaciones de manera importante. "Cada vez que un miembro familiar es deportado se provocan desventajas enormes para la familia", dice Rodríguez.
"Lo común es que se deporte al padre, por lo que la madre se convierte en el sostén principal de la familia, y sus niños no están siendo cuidados porque ella está trabajando".
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"Algunos de mis compañeros de la preparatoria Washington decidieron unirse a las pandillas por falta de actividades familiares o por la ausencia de padres y hermanos. Inclusive, la gente se une a ellas en busca de apoyo emocional. Quieren encontrar una manera de adaptarse y sentirse aceptados. Esto, sin embargo, es sólo un alivio temporal"
Nathaniel Green,
Preparatoria Washington,
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Sue Lovell, concejal del ayuntamiento, vive cerca del parque Ervan Chew donde Gabriel fue asesinado. Lovell conoce a Ashley y a sus amigos.
Lovell dice que la riña entre pandillas debe servir como advertencia de que los adolescentes necesitan actividades supervisadas después de la escuela.
"En el minuto en que los niños llegan a la escuela secundaria, los dejamos libres", dice Lowell. "Ahora es más obvio que necesitan más orientación. Han ocurrido incidentes violentos en toda la ciudad, no sólo en Ervan Chew".
Lovell también piensa que las escuelas podrían hacer más por combatir los problemas de las pandillas. En ocasiones, los funcionarios escolares son renuentes de llamar a la policía porque no quieren reconocer que hay actividad pandillera en sus escuelas.
Ella destaca que la pelea entre pandillas que resultó en la muerte de Gabriel comenzó en la preparatoria Lamar. Cuando la policía de HISD le ordenó a los agresores a que salieran de las instalaciones de la escuela, se fueron a una farmacia y después al parque.
Si las autoridades escolares hubieran hablado al Departamento de Policía de Houston, es posible que se hubiera evitado el apuñalamiento.
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"Se puede ver la evolución y el cambio mismo en Gabriel. Había empezado a enderezar su vida porque se asustó. Creo que él muestra que es posible cambiar y que hay vida afuera del crimen y las drogas. No es fácil llegar ahí, pero se puede".
Luis Rivera,
Preparatoria Lamar
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A diferencia de Gabriel y Ashley, algunos niños que se crían en condiciones terribles se las arreglan para sobrevivir su adolescencia sin daños irreparables. Mary Burnside, psicóloga en Houston, explica porqué.
"Los niños que tienen éxito a menudo han encontrado a un adulto ya sea un maestro, un líder o un mentor que les da lo que necesitan. Y lo que necesitan es un ejemplo, un modelo, alguien que les ofrece un lugar para satisfacer sus necesidades emocionales y hacer por ellos lo que se necesita".
En el caso de Gabriel, "un niño que se cría a sí mismo no lo logra. Y una pandilla tampoco puede hacerlo", dice Burnside.
No obstante, Gabriel tenía adultos dispuestos a alimentarlo y darle refugio. Y Ashley tenía muchos parientes que la amaban.
Si las cosas hubieran sido distintas ese día en el parque, dice Burnside, es posible que tanto Gabriel como Ashley se hubieran asentado en una vida adulta responsable.
"Nunca sabremos si hubieran sobrevivido de esa forma", dice Burnside.
eyder.peralta@chron.com
claudia.feldman@chron.com
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