Parte 3: El dolor y las consecuencias

6 de junio de 2006

Era el primer día de la escuela de verano de la preparatoria Lamar y los chicos estaban ansiosos por salir. La Crazy Crew había oído que la MS-13 -- una de las pandillas más violentas del sudoeste de Houston -- iba a llegar en busca de problemas. La Crazy Crew quería estar preparada.

En cuanto Ashley Benton salió de la escuela le dejó un mensaje telefónico a su madre: "Disculpa, no voy a poder sacar al perro a pasear. Hay algo que va a pasar".

Esa misma mañana, más tarde, Gabriel Granillo estaba durmiendo cuando Steven, su hermano, lo sacudió para despertarlo. Steven había regresado de Los Ángeles hacía un mes y, una vez mas, los hermanos estaban viviendo en casa de su amigo Elmo. Además, seguían incorporados a la MS-13.

"Oye, ¿quieres venir conmigo?", le preguntó Steven.

"Estuve despierto toda la noche. Tengo sueño", dijo Gabriel.

Marlene, la hermana de Elmo, entró en la habitación. Se sentó en la cama y le frotó la cabeza a Gabriel. Hizo muecas. Steven estaba hablando por teléfono, haciendo planes. "¡Venga, vámonos!", le animó.

Gabriel gruñó y se levantó. Fue al closet en busca de ropa.

"Sabes, he estado pensando sobre los tatuajes de mariposas", le dijo Marlene a Gabriel.

Las mariposas representan los nuevos inicios. Marlene se había graduado de la preparatoria y se había separado de un novio infiel; quería una mariposa tatuada en la pierna izquierda. Gabriel le contestó que a él le gustaría una en el brazo.

Salió con planes. Soñaba con comprar una camioneta Yukon para poder meter en ella a todos sus amigos y llevarlos de paseo. Se imaginaba a sí mismo como un hombre de familia. Quería casarse con su novia, Linda. Quería tener muchos peloncitos. Quería abrazar a su abuela en Los Ángeles.

Se puso una camiseta blanca y un par de jeans. Se puso prestados los tenis Nike AirForce One de Elmo y salió por la puerta. Marlene salió con él. Gabriel se detuvo a mitad de la escalera rota de acero y cemento. Ella le dijo que tuviera cuidado.

Gabriel le contestó: "Lo tendré".

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Hay muchas versiones de lo que ocurrió esa tarde. Cada una es ligeramente distinta a la otra.

Sabemos que Gabriel y Steven esperaron a Jean Villatoro en una acera de Bellfort. Se subieron a su auto y se encaminaron a Lamar. Jean dice que los miembros de la Crazy Crew habían estado molestando a su primo, así que llevó a Steven, Gabriel y a otros miembros de la MS para demostrar fuerza, para asustar a los niños de la preparatoria.

En comparación a West Bellfort, Montrose es tranquilo. Es un vecindario con casas nuevas, algunas con un valor de medio millón de dólares, y un parque para perros donde los propietarios llevan tazones de agua para sus mascotas. En West Bellfort la gente ata a sus perros pitbull a los escalones de las casas.

Cuando la MS apareció en Lamar quizás en 3 autos, con 10 miembros la policía de la escuela les dijo que se fueran. Los miembros de la pandilla se dirigieron a la farmacia CVS, una cuadra al este de Lamar, aún dentro del territorio de la Crazy Crew.

Ahí fue cuando apareció la Crazy Crew y las pandillas empezaron a provocarse mutuamente en el estacionamiento del local. Se empezaron a perseguir en auto por las calles de Montrose. La Crazy Crew perseguía a la MS,; después, la MS perseguía a la Crazy Crew. Era como un juego.

Jean recuerda que uno de los miembros de la Crazy Crew chocó con su auto contra un poste de luz pero llegó a retroceder y consiguió seguir.

Finalmente, todos terminaron en el Ervan Chew, un parque verde con una piscina, un campo de béisbol y una cancha de baloncesto. Los de la MS llegaron por el lado de la calle Dunlavy. Los miembros de la Crazy Crew llegaron por el lado de Lexington.

En total, 20 ó 30 pandilleros llegaron al parque. Y de ésos, la Crazy Crew como mínimo doblaba en número a la MS.

Gabriel se encontraba en uno de los autos estacionados en Dunlavy. Uno de los líderes de la MS le dijo que se quedara, tal vez porque Gabriel era uno de los miembros más jóvenes.

Justo fuera del parque, del lado en que permanecía la Crazy Crew, Ashley se retiró a un lado para observar la escena.

Según la Crazy Crew, los miembros de la MS bajaron de sus autos ondeando bates de béisbol. Sin embargo, los de la MS-13 aseguran que los miembros de la Crazy Crew son los que sacaron los bates.

De cualquier modo, lo cierto es que imperó el caos. Uno de los chicos comenzó a correr por el lado del parque que da a Lexington empuñando un machete.

Al principio, nadie atacaba. Era más bien como un baile. Los miembros de la MS blandían bates y barras de acero y palos de golf, y los de la Crazy Crew corrían. Los miembros de la MS lanzaban sus armas en dirección a donde se encontraban los chicos de la Crazy Crew. Los de la Crazy Crew las recogían y perseguían a la pandilla rival. De nuevo, le lanzaban las armas y así hasta la próxima ronda de turnos.

Entonces, un miembro de la Crazy Crew golpeó el auto de Jean con un bate de aluminio y abolló su defensa delantera. Otro miembro de la MS respondió golpeando a uno de la Crazy Crew en la cabeza con otro bate.

Gabriel, que permanecía en el auto, observó que un tipo de la Crazy Crew perseguía a su hermano con un bate. Saltó del auto, furioso, y enarboló un bate amenazante. "Si buscas a mi hermano tienes que vértelas conmigo", le gritó.

El tipo retrocedió. Gabriel le arrojó el bate mientras se alejaba corriendo.

Después de 5 ó 6 minutos, la riña empezó a ceder. La mayoría de los chicos corrieron sobre el césped para meterse en sus autos. Steven se dirigió hacia su coche; Jean también.

En cierto momento, Ashley salió de la seguridad del jardín de una casa, donde se encontraba, y se desplazó hasta la mitad del parque, cerca de Gabriel.

Puede ser que entendiera que sus amigos enfrentaban una amenaza y quisiera intervenir. Quizá quería demostrar su lealtad a la pandilla, aunque se supone que las chicas no deben pelear contra los chicos; ella, de cualquier forma, no estaba peleando y nunca sería miembro de la Crazy Crew.

Los amigos de Ashley y su abogado, Rick DeToto, afirman que ella sólo permanecía parada cuando Gabriel se dirigió a ella con un bate y trató de golpearla dos veces. Ashley, según su versión, dice que vio a un tipo grande que se le acercaba y pensó que la iba a matar. Pensó que iba a morir.

La historia de la MS-13 es distinta. Steven y Jean dicen que Gabriel ya no tenía un bate y que en el momento fatídico se dirigía al auto para regresar.

De cualquier modo, según la policía, el resto de la historia es clara.

Ashley tenía el puñal de doble cuchilla empuñado de tal forma que cada una de las dos hojas serradas curvilíneas emergía a cada lado de su mano. Hundió uno de los extremos, de cinco pulgadas y media, en el pecho de Gabriel. Después, con la misma precisión, sacó la cuchilla.

Gabriel se llevó la mano al pecho y pronunció:,"Me apuñaló". Después se desplomó sobre la acera.

Ashley corrió. Los amigos de Gabriel y su hermano también salieron corriendo.

La sangre de Gabriel empapaba su camisa blanca y se iba derramando en el aslfalto a cada uno de sus pasos.

Gabriel consiguió ponerse de pie de nuevo se paró. Caminó cinco pasos hacia el césped y colapsó. Quedó tumbado, solo, de cara al cielo.

Ese día, el cielo era azul. El césped tenía un verde brillante, exuberante, antes de que el calor del verano lo convirtiera en pasto marrón y lo marchitara.

Tal vez Gabriel escuchó pasos. Tal vez escuchó el ruido de los autos en la carretera cercana.

Vio regresar a su hermano. Steven, su amigo, estaba llorando. "No te vayas. No me dejes", le suplicó Steven. Los labios de Gabriel palidecieron. En ese momento vio a Steven. "Carnalito", dijo.

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A la tarde siguiente, la madre de Ashley fue a recogerla a la escuela y la llevó a casa. Se había enterado de que un chico había resultado muerto en el parque y sabía que Ashley había estado en ese mismo lugar.

Cuando estacionó cerca de la casa, dos detectives de homicidios las esperaban.

Aún en ese momento la madre no entendía cuál había sido el papel de Ashley en el asesinato y pidió a su hija que hablara con la policía.

Alterada, Ashley le dijo que no tenía nada que decir, que quería ver a un abogado.

Mientras madre e hija discutían, los policías aprovecharon la situación. Un oficial escoltó a la madre fuera de la casa. El otro se sentó con Ashley y le extrajo una confesión.

Según el abogado de la chica, esto es ilegal. Rick DeToto argumenta que Ashley, una menor, no debió haber estado separada de su madre ni interrogada a solas.

Los detectives describieron que Ashley se mostró como una persona tranquila e implacable.

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14 de junio

En El Salvador, un cuerpo nunca se deja solo hasta que es enterrado. Así fue que, después de un todo un día y toda una noche, los dolientes salieron de la cooperativa del pueblo Calendaria de la Frontera cuando amaneció, como impactados por una batalla, aturdidos y confusos, mareados y débiles.

El duelo había dejado al padre de Gabriel con ojeras profundas y oscuras alrededor de los ojos. Se sentó en una silla plegable. El padre se parecía mucho a Steven: alto, un poco jorobado, con ojos grandes. Se frotó las sienes.

Tal vez Gabriel seguiría vivo si él no hubiera sido deportado; tal vez si Gabriel se hubiera quedado en el centro de rehabilitación juvenil o si se hubiera quedado en casa durmiendo; tal vez si Gabriel se hubiera quedado en el auto.

Tal vez.

La abuela de Gabriel, Ofelia, lloró todo el tiempo, desde el momento en que se enteró de que el cuerpo de Gabriel fue depositado en un hangar del aeropuerto para trasnochar, hasta ese momento, en que podía ver el ataúd color azul celeste. Azul, el color favorito de Gabriel, el color principal de la bandera salvadoreña, el color de la MS-13.

El padre salió caminando. Abrió la reja y dijo: "Ya vamos a salir de ésta".

Los hombres de la funeraria llegaron en una camioneta blanca, deslizaron el ataúd sobre ella y la procesión comenzó.

Los funerales y las bodas son el gran evento de los pueblos. Por eso, la fila era larga, quizás 60 personas. Se podía escuchar el arrastrar de los pies en la gravilla. Las mujeres movían la cabeza, vestidas de negro. Se podía escuchar el murmullo de "pobrecito".

El padre de Gabriel caminaba un paso por detrás de la camioneta. De vez en cuando, alcanzaba el ataúd para tocarlo.

El recorrido fue largo, de 45 minutos, a un paso lento e insoportable, hasta que llegaron al cementerio en la cima de la montaña. Desde ahí, se puede ver un barranco profundo y verde, colinas ondulantes y pueblos que parecen estar a cientos de millas.

Los hombres abrieron el ataúd por última vez y Gabriel apareció ahí, acostado, boca arriba. Ofelia, su abuela, le pasó las manos por el rostro. Aulló. Gritó.

"¡Ay no! ¡Ay no! ¡Ay, mi muchachito!", gemía.

Los hombres cerraron el ataúd y lo metieron en la cripta. Cubrieron la apertura con ladrillos rojo oscuro, con cuidado.

En vida, Gabriel nunca había ido a El Salvador. Algunos dicen que quería hacerlo. Tal vez para ver la tumba de su madre. Pero no lo hizo. No pudo.

Y, poco a poco, ladrillo a ladrillo, los hombres cubrieron la apertura, hasta que el ataúd celeste desapareció de la vista.

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El edificio del juzgado de menores zumba como un aeropuerto gigante antes de un día festivo, excepto que ahí, todos tienen el ceño fruncido. Algunos padres lloran.

Ashley estuvo ahí varias veces en verano. Al principio fue acusada de homicidio y cuando compareció ante los jueces aparecía esposada y vestida en el uniforme color azul oscuro del Centro de Detención Juvenil del Condado de Harris. En ocasiones aparecía con su cabello castaño lacio desarreglado y casi siempre con ojos lagrimosos.

A principios de agosto, fue certificada para que la juzgaran como adulto y fue transferida a la cárcel. Ahí la encerraron, vestida de naranja, durante una semana. Después, el juez le permitió salir bajo fianza mientras tiene lugar su próximo proceso legal y bajo arresto domiciliario en la casa de Biddy, el lugar que alguna vez pensó que era como una prisión.

Hoy. Ashley usa un brazalete electrónico en el tobillo que controla sus movimientos y las restricciones de los tribunales son mucho más estrictas que las de Biddy. La más severa es que no puede salir de casa sin permiso de la corte. Cierne sobre ella la posibilidad real de ir a prisión. En el peor de los casos, cadena perpetua.

Ashley sigue siendo la misma niña de labios provocadores y curvas femeninas. Usa jeans, camisa ajustada y lleva las uñas pintadas. Pero, ahora, sus ojos color avellana muestran la preocupación y el miedo.

En una salida poco común, para visitar la oficina de su abogado, lloró.

"Vuelvo a vivir ese momento todos los días", dijo al referirse al apuñalamiento a Gabriel. "Siento mucho lo que ocurrió".

Aunque no le está permitido ir a la iglesia, Ashely decidió bautizarse.

Ella y Biddy cocinaron y limpiaron durante dos días en preparación del evento. Ashley hizo Dirt, un mejunje para el que se necesitan una maceta http://web/limpia, galletas Oreo machacadas, pudín y lombrices de dulce Gummi.

El día del bautizo alrededor de 30 miembros de la iglesia Pentecostal de Biddy se reunieron en un baño tan grande como una sala de conferencias, con paredes color vino, azulejos color crema y una bañera.

Ashley se vistió con una camiseta azul oscuro y pantalones cortos para la ocasión. Ante los ojos de todos, el líder de la iglesia la sumergió en la bañera. Inmediatamente después emergió, mojada y sonriente.

El líder le preguntó: "¿Realmente crees que Jesucristo es tu salvador?"

Ella respondió que sí.

Se mantuvo de pie, con una toalla alrededor de los hombros. El agua le escurría. En ese momento, Ashley también se imaginó que todos los errores que había cometido en su vida estaban goteando y alejándose.

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Epílogo

En las semanas siguientes, Ashley lloraba con facilidad.

En el ir y venir del Día de Acción de Gracias en lo único que podía pensar era en el gran jurado que se preparaba para escuchar su caso en el Condado de Harris.

Si los miembros del jurado votan para acusarla de homicidio, como se espera, Ashley habrá dado un paso gigante para acercarse a la fecha del juicio, el día del juicio final.

Pero por ahora, la vida de Ashley en el purgatorio continúa.

Ella teme que lo peor aún está por venir.

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