Parte 1: Cómo crecieron

6 de junio del 2006 - Parecía la escena después de una explosión. Uno de los zapatos tenis del niño estaba sobre la acera, su gorra a unos pasos a la izquierda. Un bate de aluminio, abollado, apoyado sobre el borde de la acera. Y en el césped, el niño: sus labios blancos, su sangre encharcada en el concreto, su rostro hacia el cielo.

Dos pandillas se habían enfrentado esa tarde en el parque de Montrose. Se habían amenazado, una a otra, con armas improvisadas: machetes, palos de golf y barras de acero.

Desde un costado del parque, una niña observaba a sus amigos. De pronto, de algún modo, se encontró en medio de la pelea.

El niño tenía un bate de béisbol. La niña tenía un cuchillo.

Él tenía 15 años; ella 16. Sus vidas enteras habrían de desembocar en los segundos siguientes.

Ella atacó.

Él se agarró el pecho y cayó. Ella corrió.

La sangre de su vientre enrojeció su camisa blanca.

Ella respiraba intensamente.

Él estaba muerto.

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Luego de la muerte de la madre de Gabriel Granillo, su padre se había convertido en su compañero de habitación. Gabriel, su padre, su hermano Steven y su pequeña hermana Vanessa vivían en un departamento de una habitación en Bel-Lindo.

En las noches, todos tenían una tarea. Mientras papá preparaba sándwiches de carne fría y queso, uno de los hijos lavaba los platos, otro pasaba la aspiradora y el otro lavaba ropa. Entrada la velada, papá prendía la televisión y una lámpara azul para los niños, y se dirigía al bar. El color azul era el favorito de Gabriel.

Salvo dos años en Los Ángeles cuando era bebé, Gabriel pasó la mayor parte de su vida en un perímetro de unas cuantas cuadras de Houston. Su departamento se encontraba en un complejo pequeño de West Bellfort con barandales de hierro forjado. Construidos en la década de los 70, durante el auge petrolero, la mayoría de los complejos habían sido codiciados en ese entonces, con portones para privacidad así como una lavadora y secadora en cada unidad. Pero sus portones de metal han caído en el abandono, el césped se convirtió en polvo. Hay pandillas en todos lados. De noche, el estallido de un balazo no inmuta a nadie.

Durante los meses de verano, Gabriel trabajaba como jardinero con su papá. Para ganar dinero adicional, pintaba puertas de departamento y se gastaba su dinero en el piso de abajo, donde una mujer vendía papas calientes y Gatorade por la ventana. Se puede encontrar casi cualquier cosa a la venta dentro del laberinto de los edificios de departamentos: tarjetas telefónicas, drogas, agua, tamales, etc.

Cuando tenía 13 años Gabriel se hizo su primer tatuaje en un departamento del extremo norte. El hombre que lo hizo había aprendido a tatuar en la cárcel. La máquina improvisada usaba tinta de un bolígrafo.

El hombre dibujó un corazón con alambres de púas en el pectoral izquierdo de Gabriel, con las letras "R.I.P." (siglas en inglés para la expresión 'Rest in peace', Que en paz descanse). En el centro del corazón, en letra cursiva larga, escribió "Judith", el nombre de la madre de Gabriel.

Gabriel no recordaba a su madre. Su familia se enteró que tenía un tumor después de resbalarse en un piso mojado mientras estaba embarazada con la hermana pequeña de Gabriel. Los médicos le dieron dos opciones: operarla o salvar a la bebé. Optó por la bebé. Vanessa nació sana, pero el cáncer de Judith hizo metástasis y pasó un año con dolores agudos. Gabriel tenía 3 años cuando ella murió.

A Gabriel le decían que se parecía a su madre; que había sido una mujer maravillosa; una mujer bella con cabello largo y negro que mantenía unida a la familia; que tenía a su padre locamente enamorado. Pero Gabriel ni siquiera tenía una fotografía de ella.

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Cientos de fotografías ilustran la niñez feliz de Ashley Paige Benton.

Ahí está Ashley, a los 4 años, disfrazada como ángel en Halloween; Ashley, a los 9, montando a caballo en Colorado; Ashley, en diferentes edades, frente a distintos árboles de navidad con sus ojos brillantes y llenos de expectativa.

Pero las fotos sólo cuentan parte de la historia. Sus padres se divorciaron cuando tenía 2, y su papá se fue de la ciudad. La madre de Ashley, una cantante de jazz, tuvo problemas por el peso de cuidar a la niña, sus empleos y los gastos.

Biddy, la abuela materna de Ashley, vivía cerca y trató de cubrir el hueco dejado por el padre. Le encantaba cuidar a Ashley. Cuando la pequeña jugaba vistiéndose con ropa formal, Biddy se reía y le tomaba una foto. Biddy consideraba a Ashley como su hija y nieta a la vez.

Cuando la madre de Ashley se volvió a enamorar, la niña tuvo una figura paterna que estaba ahí todas las noches. Transcurrieron los años. Cinco, seis, siete Pero cuando se mudaron a lo que pensaba era la utopía de una vida apacible en los suburbios, el amorío se vino abajo.

Ashley y su mamá quedaron solos. La cantante de jazz había dejado su carrera para pasar tiempo con Ashley, pero no pudo satisfacer la necesidad de la niña por llamar más y más atención.

De nuevo, era difícil ganarse la vida. Por el bien de Ashley, la artista intentó trabajar en empleos de oficina tradicionales, pero no tenía la habilidad ni el temperamento para sentarse ocho horas al día en una silla de escritorio rodeada de cuatro paredes. En un empleo particularmente aburrido, se quedó dormida.

Esto se tradujo en que tenía que trabajar en restaurantes como mesera o en empleos de ventas donde tenía que ser muy agresiva. Pero no le sentaban.

La mamá lloraba lágrimas amargas; sintió que había decepcionado a su hija.

Y Ashley, quien tenía sus propios problemas, sabía que estaba decepcionando a su mamá. A los 9 años tuvo que repetir el tercer grado. Tenía los síntomas clásicos del síndrome de déficit de atención (ADD por sus siglas en inglés). Se distraía y tenía poca concentración.

Pero el comportamiento de Ashley no era extraño para su mamá: ella también padecía de ADD.

"Supongo que la manzana no cae lejos del árbol", le dijo la mamá a Biddy.

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En el verano del 2005, tres patrullas de policía convergieron en el departamento de Gabriel. Su papá, también de nombre Gabriel, estaba ahí solo. Escuchó que alguien golpeó la puerta, observó por la mirilla y vio a cinco hombres con chaquetas azules.

Abrió la puerta.

"¿Es usted Gabriel Chinchilla Granillo?", le preguntó uno.

El padre respondió que sí.

"Lo vamos a llevar con nosotros", dijeron los agentes.

El papá preguntó porqué.

"Somos agentes de inmigración y usted ha sido condenado por un delito grave".

El padre de Gabriel llevaba por entonces 19 años en Estados Unidos, inclusive antes de que la guerra civil en El Salvador hubiera enviado a miles de salvadoreños hacia el norte. Vivía aquí en 1997, cuando Bill Clinton firmó la Ley de Ayuda Centroamericana y Ajuste Nicaragüense. También vivía aquí en 1986 cuando Ronald Reagan había concedido residencia legal a millones de inmigrantes ilegales. Pero, a diferencia del resto de su familia, nunca se preocupó por tramitar su legalización.

Ahora empezaba a pagar las consecuencias de una condena por conducir bajo la influencia del alcohol en el 2004. Un agente sacó unas esposas. El padre de Gabriel les imploró diciéndoles que tenía tres niños que cuidar, todos nacidos en Estados Unidos y ciudadanos de este país.

Los agentes lo esposaron. Dijeron que el gobierno se haría cargo de los niños.

Esa noche, Gabriel, de 14 años, se encontraba en Forth Worth. Él y un amigo, José "Elmo" Villegas, habían estaban trabajando pintando habitaciones de hotel. Steven, el hermano de Gabriel, lo llamó poco después de que terminara su turno de 12 horas.

Gabriel no reaccionó. Sólo le dijo a Elmo que tenía que regresar. Elmo pidió prestado el auto de su jefe y regresaron a Houston. Gabriel no sabía la razón. No había nada que pudiera hacer.

Llegaron temprano en la mañana a los departamentos Bel-Lindo. Gabriel entró y se sentó en el sofá, junto a su hermano. Él y Steven no dijeron nada.

Por lo menos Vanessa estaba en Los Ángeles con su abuela. Pero sin su padre, Steven y Gabriel no podían pagar la renta del departamento. La mañana siguiente entregaron las llaves, empacaron lo que pudieron en una mochila negra y fueron a la calle.

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El joven un niño atento y corpulento aún recuerda la primera vez que vio a Ashley, cuando ella tenía 13 años. Él estaba sentado con sus amigos atrás de la cafetería de la escuela secundaria Lanier, cerca del puesto de Papa John's Pizza.

La niña se parecía a Angelina Jolie.

"Era hermosísima. Tenía el cabello atado atrás y lápiz labial. No era gorda, pero era rellenita y tenía una figura muy bonita", recuerda.

Cuando el niño trató de abrir la boca para saludarla, tartamudeó y todos los que estaban en la mesa se rieron de él. Todos, excepto Ashley.

Ashley había asistido a Lanier el año anterior, en el sexto grado. Pero la escuela de ladrillo rojo clásico en Montrose parecía ser demasiado grande, con demasiada gente para ella. Además, quería establecer lazos afectivos con su papá en Indiana.

Se fue para allá un año, pero extrañaba demasiado a su mamá. Así que regresó a Houston y a Lanier.

"La veía en el pasillo. Por lo general estaba bailando. Y cuando me veía se sonreía. Tenía una personalidad poderosa, como un imán. Podía controlar a cualquiera. Era inteligente y le iba bien en la escuela", dijo el niño.

Pronto Ashley y el joven les dijeron a sus amigos que estaban "saliendo". Eso significaba que iban juntos a las fiestas de la iglesia St. Stephen Episcopal que estaba en la misma calle. Eso ocurría a veces, cuando estaban juntos, cuando no estaban distanciados.

Ashley siguió cambiando de una escuela a otra. A su mamá le preocupaba que Lanier fuera demasiado caótica para una niña con problemas de concentración, por lo que la inscribió en Hogg, una secundaria más pequeña ubicada en The Heights.

Aún así, la madre pensó que también era demasiado grande y caótica y volvió a cambiar de escuela a Ashley, en esta ocasión a una secundaria en LaPorte.

Eso fue un total de tres escuelas diferentes en un año académico, sin contar el viaje a Indiana.

Con eso y todo, Ashley y su pretendiente en Lanier lograron mantenerse en contacto. Sin embargo, él se percató de algunos cambios en ella.

"Ella frecuentaba a gente de Crazy Crew. No estaba en la pandilla, pero estaba alrededor de ellos. Yo estaba preocupado. Conozco a esos niños. Marcaron su territorio en Lanier, y luego también lo hicieron en Lamar".

"Ashley se volvió más ruda, más bravucona", dice.

Fue demasiado. Se separó de ella de nuevo.

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La voz de Gabriel aún no había cambiado en la época en la que su padre fue deportado, pero se había convertido en un adolescente encantador y ocurrente. Era alto, delgado y se rasuró la cabeza, atributo por el que lo apodaron Pelón, o Baldy. No iba a la escuela mucho, pero viajaba a Galveston y a Louisiana para trabajar pintando hoteles y construyendo casas. El departamento de Servicios de Protección de Menores lo fue a buscar varias veces, pero se escondía.

Elmo, de 18 años, se convirtió como en el segundo hermano de Gabriel. Cuando Gabriel y Steven no tenían un lugar para quedarse, se quedaban con Elmo en el complejo Oakwood Villa de West Bellfort. Cada vez que la mamá de Elmo se cansaba del desorden en su sala de estar y decidía pedirle a Gabriel y Steven que se fueran, Elmo le rogaba que les permitiera quedarse. Recuerda, le decía, que ellos no tienen una mamá.

Un día a fines del año pasado, sin decir una palabra, Elmo y otros tres muchachos llevaron a Gabriel a un departamento desocupado. Gabriel sabía lo que estaba sucediendo: a la edad de 14 años estaba siendo reclutado para integrar la Mara Salvatrucha, o MS-13, una de las pandillas más violentas del mundo. Él lo consideró un honor.

Después de que Elmo cerró la puerta del departamento vacío, lanzó su primer puñetazo directo al estómago de Gabriel. Los otros tres se unieron a la golpiza. El puñetazo fue seguido de una patada, seguida de otro puñetazo, hasta que Gabriel cayó al piso y todos perdieron la cuenta de los golpes.

Quizá hubo un gemido sigiloso o la exhalación profunda que se escapa después de una patada al estómago. Pero Gabriel sólo permaneció ahí, acostado. Algunos responden con golpes, a pesar de las reglas de MS-13 que lo prohíben. Pero Gabriel no lo hizo.

En los meses siguientes, Gabriel se tatuó las letras MS en su hombro derecho y el número 13 en el izquierdo. La seña de mano de MS dedo índice y meñique apuntando hacia arriba y los dedos del medio y anular doblados debajo del pulgar fue tatuada en su espalda.

En la calle, los miembros de la pandilla decían que Gabriel no parecía temer a nada. Es imposible confirmar o descartar la mayoría de sus historias usando los expedientes policíacos; hay tantos delitos en la vecindad que un solo incidente aunque sea violento es difícil de aislar.

Los miembros de MS-13 dicen que en diciembre, Gabriel y un amigo estaban caminando en el lado norte de West Bellfort cuando un muchacho en la acera sur gritó: "Tercera, tercera", el nombre del rival más odiado de MS, los Tercera Crips, que habían dominado el área en el pasado.

Los muchachos intercambiaron señas de mano, o sea, un reto directo. Gabriel sacó su pistola y disparó. Ni se detuvo para ver si había matado al muchacho. Corrió.

Una semana después, según miembros de la pandilla, Gabriel estaba con su amigo Henry en la esquina de West Bellfort y Bob White. Era el sitio donde Gabriel y sus amigos se reunían para fumar y hablar de mujeres. Pasaban tanto tiempo parados ahí que el césped se había convertido en tierra.

Esa intersección es una de las más mortales en Houston. Casi cada mes hay un tiroteo ahí; casi cada mes hay un muerto.

Gabriel y Henry vieron a un miembro de la Tercera del otro lado de la calle que cargaba una escopeta recortada.

"¿A quién perteneces?", preguntó el pistolero con un grito. Era una pregunta ceremonial, retórica. Los miembros de las pandillas se reconocen uno a otro. Tan sólo unas horas antes, Gabriel hizo que un barbero le rasurara las siglas MS-13 en la mitad de su cabeza.

Henry dice que el pistolero estaba al acecho de Gabriel, que Tercera quería contraatacar. Otros dicen que el pleito era por algo más general, que tenía algo que ver con una niña, o que Gabriel y Henry sencillamente estaban en el lugar equivocado a la hora equivocada.

Pero no había tiempo para hacer preguntas. El muchacho empezó a disparar, a diestra y siniestra. Henry y Gabriel corrieron hacia los departamentos Bel-Lindo. Un perdigón alcanzó el muslo y la parte inferior de una pierna de Henry. Henry terminó en el hospital; Gabriel salió ileso.

Un tiempo después del tiroteo, apareció un nuevo tatuaje debajo de la mejilla izquierda de Gabriel, debajo de su ojo.

Era una lágrima. Desde lejos parecía un lunar. De cerca era azuloso con un perímetro estrecho más oscuro con un centro sombreado. En los códigos de las pandillas, una lágrima puede significar una de dos cosas. Sin sombra y debajo de la mejilla derecha significa una lagrima eterna por la pérdida de un ser amado. Del lado izquierdo, la lagrima sombreada, como la de Gabriel, significa que le has disparado, o matado, a alguien.

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Ashley fue a la fiesta de graduación del octavo grado en Lanier con su ex novio favorito, el que la hacía sonreír y sonrojarse.

En ese entonces tenía el pelo rubio, y esa noche, lucía un vestido sin tirantes con una falda coqueta.

"Se veía tan maravillosa. Me enloqueció", recuerda el joven.

Él mismo se vistió elegante con un traje azul, corbata del mismo color y un sombrero blanco.

La pareja se detuvo en Starbucks primero. Cuando entraron a la cafetería de la escuela, las cabezas voltearon a verlos. Una vez más, Ashley estaba inscrita en Lanier y sus amigos empezaron a susurrar. ¿Ya andan juntos otra vez? El mismo joven se lo preguntaba.

Pero entonces saludó a otra ex novia con un abrazo. Ningún problema, dijo, nada romántico, sólo amigos.

Ashley estalló.

"Ashley me observó con una mirada matadora", recuerda el joven. "Ella dijo, '¡Realmente la amas!'"

Se fue enfadada.

Él la siguió hasta afuera, le susurró cariños al oído y mantuvo las cosas en calma el resto de la velada. "Los ataques de celos son típicos. Típicos en la secundaria", dijo.

Sin embargo, en esta ocasión la relación entre él y Ashley había terminado definitivamente.

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Linda Sánchez era una niña hermosa. Esbelta, portaba un peinado lacio y bien cuidado; tenía ojos grandes y tristes. Gabriel la conoció en octubre del 2005 en la fiesta de 15 años de su prima. Su rostro estaba recién afeitado, al igual que su cabeza. Esto le daba una apariencia más varonil, porque cuando dejaba que le creciera el bigote, su cabello le daba una apariencia pubescente.

Gabriel estaba parado detrás del bar.

Linda vino por un trago.

"Hola hermosa", le dijo.

Sus mejillas se enrojecieron. Tomó la bebida, se sonrió y agradeció el comentario.

Más tarde volvió a notar a Gabriel. Estaba bailando reggaeton. A él le gustaba la música y le encantaba bailar.

Algunas noches encendía la radio y se acostaba en el sofá durante horas escuchando bachata, música tropical y de guitarra eléctrica. Le gustaba la música romántica.

Gabriel y Linda no hablaron mucho esa noche. Bailaron.

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