Pumper Nic, una cadena a punto de desaparecer
Desorientados: el local de Costanera y Salguero es el único que está abierto; cerró tres bocas en 15 días y sus empleados no saben para quién trabajan.
Nadie vive de los recuerdos.
La cadena de hamburguesas Pumper Nic supo tener 70 locales, con una facturación de US$ 60 millones y ser el líder absoluto en lo que es comida rápida. Pero de aquella gloria, queda muy poco. Tan sólo un local abierto, en Salguero y Costanera, en Capital Federal, que históricamente no dio ganancias. Entonces, el destino parece ser uno Los actuales dueños de la cadena que opera bajo el paraguas de la sociedad Facilvén son los empresarios inmobiliarios de apellido Goldstein y Rosenbaum. Ya no aparecen por su único local, que es administrado por una encargada -que no le rinde cuentas a nadie- , y en donde ocho empleados trabajan en los tres turnos.
"No sabemos para quién trabajamos. Si vendemos, sabemos que vamos a cobrar los sueldos", dijo un empleado de Pumper, que desde 1989, cuando relanzó su marca por el problema legal con el logo de Burger King -eran iguales-, aprovechó la ocasión y borró su "Nic".
Facilvén se mudó hace 15 días de su sede en Paraná y avenida Libertador, en Martínez, donde funcionaba uno de sus locales más vistosos y a su vez, sus oficinas. Todo está cerrado, al igual que los otros dos céntricos restaurantes sobre la calle Florida y en Lavalle.
Sus únicos empleados de la sucursal de Costanera y Salguero todavía no tienen los nuevos números y esperan novedades. En todos los teléfonos que figuran en guía de Facilvén, sólo en uno atendieron el llamado de La Nación y la respuesta fue: "Conocemos al señor Rosenbaum, pero no sabemos dónde vive. Acá no está". Las perspectivas para la empresa no son las mejores.
Pumper Nic fue fundado por Alfredo Lowenstein a principios de la década del 70. Su error fue, a partir de 1975, otorgar demasiadas franquicias sin mantener un control sobre los franquiciados. "Funcionaban casi como quioscos, cada uno hacía lo que quería", recuerda un ex ejecutivo de la firma.
Llega un gigante
En 1986 aterrizó el temido McDonald´s que tiró abajo un imperio que parecía no tener fin. Era lo nuevo, de Estados Unidos, el país que se atribuye la invención de la comida chatarra. En 1989, se suma Burger King y gracias a una demanda judicial le saca el logo a Pumper. Fue el golpe de gracia del que nunca se pudo levantar.
Diego Lowenstein, hijo de Alfredo, en 1995, le vendió la empresa a los empresarios inmobiliarios que poco a poco fueron dejándola morir.
Por su parte, el vendedor salía a competir a la invención de su padre firmando una sociedad 50 y 50 con la cadena de hamburguesas norteamericana Wendy´s para explotar la franquicia en la Argentina. Hoy, Lowenstein le cedió a sus socios su parte en el negocio, cansado de pelearse con ellos, luego de un comienzo auspicioso que no siguió con el mismo ímpetu.
Pumper, está casi acéfalo, pero con una marca que a cualquier persona de menos de cuarenta años le trae infinidad de recuerdos. Pero es casi una verdad, que ya nadie vive de ellos.
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