Cultura • ENTREVISTA

"Arrastro mi cansancio, pero no negocio la calidad"

Desde 1982, año en que dobló su primer protagónico en la novela brasileña Los Inmortales, Carlos Romero Franco no paró de trabajar. En esta charla con Publicable cuenta cómo se formó, habla de su don innato, de las diferencias profesionales con su padre y de sus proyectos.

Agustina Ayelén D’Elia @agusdelia // Jueves 18 de diciembre de 2014 | 19:53

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"Me gustan los halagos, pero jamás hay que recostarse en los piropos", remarca.

Actor y director de teatro y doblaje, Carlos Romero Franco es narrador de documentales en las señales Discovery, Animal Planet, Infinito, Canal Encuentro, National Geographic y Deuteche Welle. Dirige películas y series para MovieCity, MGM y Fox, sellos en los que también le pone su voz a personajes. Trabaja en los estudios de doblaje más conocidos de la Argentina, Gapsa, Civisa, Videorecord, Waira Studio, y en Media Pro, que pertenece a Disney.

 

A la vez, es un hombre común y corriente: le gusta comer jamón crudo, facturas de crema pastelera y beber una copa de vino. Uno de sus mayores placeres es cenar con sus amigos, tal vez porque durante el día su tiempo para almorzar es tan acotado que debe pasar por algún lugar de comidas rápidas y comprar una hamburguesa. Según su amigo actor Gustavo Bonfigli, “Carlos es una persona leal que siempre se ocupa en saber cómo está el otro”.

 

La vida de Carlos, el hombre de las mil voces que puede doblar desde un dibujito animado hasta un hombre mayor, es muy agitada. Desde 1982, año en que dobló su primer protagónico en la novela brasileña Los Inmortales, no paró. Aunque le gusta el juego, su carrera no es azarosa. Es un tipo que tienta el azar y desea que éste lo seduzca. No se sienta a esperar, busca oportunidades.

 

Su preparación actoral fue con Néstor Raimondi e hizo foniatría, pero nunca estudió lenguaje neutro ni doblaje. No es casual que posea el don para actuar, proviene de una familia de artistas: es hijo del doblajista, actor de cine y radio Carlos Romero y de la bella actriz Nelly Franco y sobrino de las actrices Eva y Herminia Franco. “Carlos es un personaje, un intérprete histórico; hace más de 25 años que está en la profesión. Sabe lo que quiere y como director, guía al doblajista para obtener lo mejor”, define Bonfigli.

 

Durante la mañana destemplada del lunes 3 de noviembre, Carlos dirigió uno de los últimos capítulos de la primera temporada de la serie Los Demonios de Da Vinci, que se transmite por FOX. Esta parte se grabó en México y actualmente se emite la segunda temporada. Sin embargo, FOX, el cliente, quiso que se vuelva a grabar, pero en Argentina y con Romero Franco como director. Otras series que estuvieron bajo el minucioso trabajo del director y están al aire son The Novogratz, Man V. Food y Ace of Cake. “Arrastro mi cansancio, pero no negocio mi calidad”, remarca Carlos.

 

EL ROMERO FRANCO ACTOR

Dos días después, Romero Franco muestra su faceta de actor en el edificio de Media Pro, ubicado en Olivos. En el estudio de Disney grabó la voz en off de la tercera temporada de una conocida serie producida por Sony, cuyo nombre pide no revelarse hasta que esté al aire. Más tarde, en el Instituto Dial, donde enseña lenguaje neutro por la noche a quienes se inician en el mágico mundo de la voz, disfruta de una clase más junto con sus alumnos, locutores, otros estudiantes, y algunos con una ocupación que no se relaciona con el mundo actoral. “Muchas personas desconocen que tienen talento y lo descubren a partir de un curso. Si se sabe descubrirlo y desarrollarlo, pueden convertirse en actores de doblaje. Determinadas personas tienen una capacidad limitada y otras directamente no pueden hacerlo”, considera.

 

Mientras el operador de sonido se toma un descanso y esperan a la última actriz para terminar de doblar Los demonios de Da Vinci, Carlos, muy cansado porque es viernes, y con dolor de muelas, busca un lugar tranquilo y fresco: la sala de dirección y operación.

 

-A los 16 años acompañaste a tu padre a una grabación del dibujo Candy e hiciste tu primer bolo, pero no te gustó y no doblaste nada más hasta 1982. ¿Por qué volviste al ambiente del doblaje?

-No me gustó cuando lo escuché y se lo dije a mi padre. Dijo que me faltaba en comparación a los demás actores. Entonces me retiré. En el doblaje uno puede escucharse y evaluar lo que tiene para ofrecer. Por eso, siempre le digo a la gente que se escuche. Seis años después, en 1982, empecé mi trabajo profesional sin interrupciones con un protagónico en una novela brasileña, Los inmigrantes. Es decir, seis años después ya tenía capacidad, era un pequeño adolescente genio. Fui a un casting y me eligieron. Nunca había hablado en neutro y parece que tenía un neutro natural, tenía talento.

 

-¿Qué etapas hay que transitar para ser un actor o una actriz de doblaje?

-Se necesita una buena base de neutro, que es a lo que yo llamo técnica. Luego, hay que hacer una práctica de doblaje con el objetivo de que el actor o actriz se escuche y conozca sus logros y dificultades. En base a eso, tiene un conocimiento de qué es lo que genera, y puede presentarse a trabajar. En mi caso fue algo raro, yo era un actor prodigio con un muy buen neutro ya que de chico no absorbí nada de mi padre, sólo lo acompañé dos o tres veces a grabar.

 

-¿Tuviste algún choque de opiniones a la hora de trabajar como actor y que otro director te dijera cómo interpretar un personaje?

-Discusiones no tuve porque me respetan mucho. Doy mi punto de vista y a veces tuve razón, otras me propusieron algo distinto o me dijeron algo determinado que yo no sabía por qué era y el director, que en ese caso tenía las cosas claras, me llevaba hacia un terreno más acertado. Me dejo dirigir y suelo jugar a que no sé para que me conduzcan. A veces bromeo con ciertos directores y les digo que lo hice mal a propósito.

 

Carlos se considera un actor que intenta ser veraz en lo que hace y continúa descubriendo que puede mejorar. “Hago y me equivoco. Si un buen director me sugiere algo, lo pruebo y me fijo si está bien o mal. Si no me parece acertado, sin faltarle el respeto, le digo lo que creo.” Todavía siente el desafío de experimentar lugares nuevos dentro de su carrera, a pesar de ser conocido en el medio actoral.

 

En su rol de director es muy intuitivo. Le encanta dirigir porque piensa que tiene criterio enseñando, cualidad que desarrolló a base de experiencia. “Si tengo un objetivo preciso hacia un estudiante voy por eso.”

 

Lo peor que le pasó en sus años de trabajo fue cuando convocó a su padre, Carlos Romero, para dirigirlo en un dibujo animado japonés. “El doblaba de una manera forzada, no sonaba natural y estaba sobreactuado. Se enojó y me dijo que no iba a cambiar su manera de trabajo”, recuerda. Con el tiempo, su padre lo entendió y está orgulloso de su hijo.

 

-¿Sentís que hubo un antes y un después en el doblaje cuando reapareciste con una técnica distinta a la de tu padre?

-Sí. Yo me di cuenta de que había que hacerlo más natural a partir de lo que miraba en la televisión. El buen doblaje es el que no se nota, y el desafío en la Argentina es que no parezca doblado, sino que todo sea dicho sin que parezca leído o recitado.

 

-¿Cuál es el ABC del doblaje?

-Dejarse llevar por las situaciones actorales y transitar las etapas de aprendizaje. Si no hay talento, el director lo va a decir, por ejemplo con el famoso “no te creo, ese señor está diciendo algo, pero a vos no te creo, lo estás leyendo”.

 

-Entonces uno tiene que estar convencido de lo que dice para que el otro le crea.

-Totalmente. El actor juega a algo y ese juego tiene que ser verdadero, como los chicos que juegan de verdad.

 

-Si el actor juega a algo, ¿vos a qué jugás en la vida?

-No, no actúo, pero me la paso jodiendo. El límite es cuando hablo en serio como ahora. Dentro de la profesión como en mi vida personal uso mucho la ironía, el humor y lo absurdo. Cuando de pronto tengo que informar algo relacionado a la profesión, me pongo serio. Sé con quién utilizar la ironía y el humor porque te das cuenta si la persona lo recibe bien o no. Lo que pasa es que cada vez son más las personas que me rodean y entraron en el código del juego, de la ironía.

 

-Hablando de actores y de humor, el ego también existe.¿Cómo te llevás con la valoración excesiva que a veces se da en la profesión?

-Hay que cuidarse de los egos porque son continuos. Cuando uno está por generar eso, tiene que bajar mucho y seguir trabajando en silencio. Los demás me ven de una manera que me resulta extraña. Me llaman el gurú o el referente del doblaje, el genio, el mago, el maestro. Está bien, pero lo ven los demás. Por eso cuando veo en la tele una serie o una película en la que doblé a un personaje o fui el director, me abstraigo y disfruto de lo que miro.

 

Carlos no se imagina el momento de su retiro, no obstante, le gustaría que lo recuerden como alguien que formó actores y que pretendió hacer lo mejor para que la industria creciera. “Me gustan los halagos, pero jamás hay que recostarse en los piropos, hay que seguir laburando.” Para él, lo importante es transmitir las vivencias. Se enorgullece cuando la gente crece en el trabajo y se molesta cuando las cosas no salen como quería, pero asume la responsabilidad. Aún así, se considera un descubridor de talentos.

 

Tampoco piensa lo que va a hacer en los próximos años. Quizá obras de teatro... En cuanto al doblaje, le gustaría elegir a sus clientes, que no le pongan tiempos ni le digan cómo se tiene que hacer. “Lo mejor que se puede hacer es armar un elenco de una calidad inigualable. Es medio utópico; en realidad, en la industria del doblaje es todo inmediato y hay apuros, ya que suele subestimarse el trabajo.” De todas maneras, le apasiona el teatro, tendría uno propio y montaría obras en las que participaría.

 

“Lo mejor que me dio el doblaje es la sensación que tengo cuando termino de hacer las cosas, las amistades que logré, el ida y vuelta silencioso y el afecto con algunos de mis compañeros.” Aunque Carlos parezca un mortal más, no lo es. Su talento en el doblaje es incomparable y, sin dudas, el amor por lo que hace es el mayor ingrediente en sus trabajos.

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