Oviedo, E. G.
Don Felipe, doña Letizia... y Naruhito, el príncipe de Japón que anda solo por la vida. Su esposa, Masako, sigue poco menos que sin dar señales de vida y no acudió ayer al enlace de los príncipes de Luxemburgo, Guillermo y Stéphanie (más información en página 87). El protocolo les aproximó en la entrada a la catedral de Notre Dame de la capital luxemburguesa y la Princesa de Asturias esperó a Naruhito en la alfombra roja que daba acceso al templo y se dejaron fotografiar con el heredero nipón. Tal pareció que don Felipe y doña Letizia le echaron una mano más allá de las formalidades que pide tan real ocasión.
Doña Letizia se lució de lo lindo en la que fue su cuarta boda real en compañía de su esposo. Ese mismo protocolo situó a la pareja española junto a los herederos de la corona de Bélgica, Felipe y Matilde. Letizia lució -y lo lució más que bien- un elegante vestido en colores gris y rosa con relieves de motivos florales, con perlas y cristal, original de uno de sus diseñadores favoritos, Felipe Varela, y una pamela que tiraba a rosa con adornos en organza de seda y flor en plumas de la firma vallisoletana Pablo y Mayaya, la misma que le diseñó el sombrero que lució en la boda de los duques de Cambridge. El Príncipe Felipe, por su parte, apareció con uniforme militar, tal y como señala el estricto protocolo del evento.
Llamó la atención la muy amplia pamela de doña Letizia, que para algunos le tapaba excesivamente el rostro. Cuestión de gustos. No fue la más amplia de la ceremonia ni mucho menos. El sombrero que lucía la reina Beatriz de Holanda era de los de ala ancha de verdad. El tocado de su nuera Máxima también dio que hablar.
Los Príncipes de Asturias fueron de los pocos invitados que no asistieron anteanoche a la cena de gala previa al enlace por cuestiones de agenda en España. La misma agenda que traerá a Asturias esta misma semana a don Felipe y doña Letizia para presidir la entrega de los premios «Príncipe» el próximo viernes.