Varias cosas dependen del avance o no del proyecto del tren de alta velocidad que unirá Buenos Aires con Rosario y Córdoba. La obra ya se ha instalado como asunto de Estado y sus menciones son cada vez más frecuentes.
Una de las cosas que definirá el proyecto del TAVE (tren de alta velocidad) es la materialización o no de la llegada de Alstom a la Argentina, no ya sola como constructor de este ramal, sino también como empresa productora de bienes y servicios en el país.
La compañía francesa es la cabeza más visible del consorcio Veloxia. El grupo, integrado por la mencionada compañía francesa, la española Isolux y las locales Emepa -dueños de Ferrovías y de la Hidrovía- e Iecsa -la compañía constructora ex del grupo Macri actualmente en poder Angelo Calcaterra- tiene planes en la Argentina más allá del tren a Rosario.
"Hay un proyecto de Alstom para instalar una planta en la Argentina. Sería para desarrollar tecnología de trenes de alta performance para toda América latina", confió una fuente que conoce a los franceses. Dijo, además, que los ejecutivos de la empresa ya hablaron con el Organismo Nacional de Bienes del Estado (Onabe) -que maneja centenares de edificios y talleres aledaños a las vías del ferrocarril- para ver la posibilidad de que les sea cedido un espacio.
"¿De qué depende la concreción de esta iniciativa?", preguntó LA NACION. "De que primero salga este proyecto del tren a Rosario y Córdoba", contestó. Los franceses no confirmaron ni desmintieron la información.
Alstom no ha tomado una posición pasiva en la negociación. De hecho, su gente y algún directivo de Iecsa -encargada de la obra civil- son, junto con el secretario de Transporte, Ricardo Jaime, los que conforman la mesa chica de las negociaciones.
Con la mira en los tranvías
Los franceses, que han optado por el silencio como manera de relacionarse con los medios, ya hicieron un aporte a los proyectos de Jaime: aportaron los trenes que corren por Puerto Madero y que unen las avenidas Córdoba e Independencia. La firma regaló las formaciones de los tranvías porteños y la Secretaría de Transporte licitó las obras para que corran.
Eso no es todo. A mediados de enero pasado, al momento en que se firmó la adjudicación de la obra del TAVE, el ministro de Transportes de Francia, Dominique Bussereau, le planteó al Gobierno la intención de intervenir en el desarrollo de una red de tranvías en Buenos Aires. "Francia querría una mayor participación para sus empresas en los proyectos de transporte en la Argentina: apunta al desarrollo de proyectos aeronáuticos y de una red de tranvías para la ciudad de Buenos Aires", dijo el funcionario francés.
Bussereau habló con la Presidenta y explicó que "se habló de la posibilidad de trabajar sobre el crecimiento de la red de tranvías en la ciudad", ya que este sistema se ha adoptado en las ciudades europeas, y París lo está introduciendo. "Pienso que este modo de transporte, que renace en Europa, Australia y Asia, es perfectamente adaptable a las ciudades argentinas", explicó el ministro.
Logro político
Además de la llegada de Alstom, la concreción del nuevo tren sería un triunfo político de los Kirchner (Néstor y Cristina), que apostaron fuertes al tren de alta velocidad. Ayer, la Presidenta volvió a defender el asunto en el discurso con el que abrió el Período de Sesiones Ordinarias del Congreso. Dijo que las obras de infraestructura en el país son "una polea de crecimiento económico" y rechazó críticas por la construcción de trenes de alta velocidad, ratificó que continuará las obras de mejoramiento de las actuales redes ferroviarias y viales.
Finalmente, la culminación del proceso de construcción del tren demostrará otra cuestión: si la Argentina está en condiciones de recibir financiación desde el exterior. Pese a la renegociación de gran parte de la deuda soberana, el default con el Club de París -por alrededor de 6000 millones de dólares- impide que lleguen fondos frescos para la Argentina.
Diego Cabot