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Masako sale del palacio para ver a los Reyes

La esposa del príncipe heredero de Japón aparece por primera vez en un acto oficial coincidiendo con los rumores de divorcio

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Mariángel Alcázar | Tokio. Enviada especial | 11/11/2008 | Actualizada a las 03:31h | Gente

Los Reyes lograron ayer un pequeño milagro en Tokio. Por primera vez en cinco años, la princesa Masako participó en una ceremonia oficial de bienvenida como la que los emperadores Akihito y Michiko ofrecieron ayer a don Juan Carlos y doña Sofía. La aparición de Masako, junto al príncipe Naruhito, fue especialmente significativa, ya que se produce en medio de intensos rumores sobre su posible divorcio, propagados por los sectores más conservadores de la sociedad japonesa, que piden que la princesa Masako salga de la familia imperial dado que sus problemas de depresión no le permiten cumplir con sus obligaciones oficiales.

Masako sale del palacio para ver a los Reyes
La reina Sofía, a su llegada a la cena de gala que los emperadores nipones ofrecieron hoy a los Reyes de España en el Palacio Imperial de Tokio /   EFE/J.J.Guillen

Naruhito cena con Kiko

La aparición de Masako en el recibimiento a los Reyes estuvo motivada por la especial relación que une a los príncipes herederos de Japón con los príncipes de Asturias. Fue una deferencia que no tuvo continuidad en la cena de gala que los emperadores ofrecieron anoche a don Juan Carlos y doña Sofía. El príncipe Naruhito estuvo acompañado por su cuñada, la princesa Kiko, madre de Hisohito, el único niño de la familia imperial.


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El programa oficial de la visita de don Juan Carlos y doña Sofía únicamente preveía la presencia del príncipe Naruhito, junto a sus padres, en la ceremonia de bienvenida que tuvo lugar ayer por la mañana en el palacio imperial. La aparición de la princesa Masako alteró enormemente a los representantes de la prensa nipona, ya que la última vez que se vio a Masako en un acto similar fue en el 2003, con motivo de la visita del entonces presidente de México, Vicente Fox. Ese mismo año, Masako suspendió por depresión todas sus actividades. Tras permanecer completamente encerrada durante un año, Masako reapareció en el 2005, aunque limitando su presencia a algunos actos oficiales celebrados dentro de su residencia. El pasado 30 de octubre ofreció junto a Naruhito una cena a los príncipes de Gales, como hicieron en junio del 2005, cuando los príncipes de Asturias visitaron Japón.

Naruhito y Masako suelen aparecer en público en actos familiares, y el sábado pasado, junto a su hija, Aiko, de 6 años, acudieron a una exposición de fotografías de los emperadores que tuvo lugar en un centro comercial de Tokio. Desde hace cinco años, Masako no acompaña a su marido en los viajes oficiales al extranjero ni en sus actividades oficiales en Japón.

En los últimos meses, los diarios japoneses se han encargado de divulgar algunas salidas privadas de Masako a restaurantes y tiendas, en compañía de sus amigas o sus hermanas, lo que ha despertado las críticas de los sectores más conservadores de la sociedad y la política japonesas.

La presencia de Masako en el recibimiento de los Reyes es muy relevante y reveladora por cuanto en las últimas semanas los principales medios de información japoneses, siempre cautos en todo lo referente a la familia imperial, han abierto un debate sobre el posible divorcio de Naruhito y Masako. Citando fuentes internas de palacio, algunos diarios explicaban gráficamente que los miembros de la familia imperial son los pasajeros de un barco llamado Casa Imperial pero no sus propietarios, y subrayaban que si uno de sus miembros se marea a bordo, lo mejor que puede hacer es desembarcar. Otros han ido más allá y literalmente piden que la familia imperial "dé la espalda" a Masako, eufemismo para exigir que se produzca el divorcio. La opinión pública japonesa se puso del lado de Masako cuando esta, presionada por no dar a luz un niño, enfermó de depresión, pero en el último año la princesa parece haber perdido el favor popular.

Masako Owada, graduada por la Universidad de Harvard, se casó con el príncipe Naruhito en 1993, cuando tenía 30 años y una brillante carrera de diplomática por delante. Su entrada en la familia imperial fue recibida con entusiasmo por quienes vieron en ella una posibilidad de modernizar la anquilosada Casa Imperial, dominada por una burocracia de más de mil funcionarios. Pero, poco a poco, Masako fue apagándose, atrapada en el rígido protocolo que le impedía incluso ver a su familia y, sobre todo, al verse sometida a las presiones por tener un hijo que no llegaba. El 1 de diciembre del 2001, ocho años después de su boda, tras someterse a varios tratamientos de fertilidad y sufrir un aborto, dio a luz una niña, Aiko, que no garantizaba la línea sucesoria, ya que en Japón la ley sálica impide reinar a las mujeres. De nuevo, Masako fue presionada para tener un varón y en el 2003 cayó en una profunda depresión de la que aún no se ha recuperado.

La presión sobre Masako disminuyó hace dos años tras el nacimiento de su sobrino Hisohito, hijo del príncipe Akishino, hermano menor de Naruhito, y de la princesa Kiko, que garantizaba la sucesión al trono. El nacimiento del niño, único nieto varón del actual emperador Akihito, zanjó el debate sobre una posible reforma del sistema sucesorio para facilitar el acceso de las mujeres al trono imperial japonés. La pequeña Aiko, que el próximo mes cumplirá 7 años, está apartada, de momento, de la línea sucesoria.

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Masako sale del palacio para ver a los Reyes
El Rey Don Juan Carlos, besa la mano de la emperatriz japonesa Akihito antes de la cena de gala que ha tenido lugar en el Palacio Imperial en Tokio, Japón  /   AP Photo/Koji Sasahara

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